Paysandú, Miércoles 02 de Septiembre de 2015
Opinion | 28 Ago La campaña electoral en Estados Unidos ha vuelto a tomar protagonismo mundial en las últimas horas, después que el aspirante del Partido Republicano Donald Trump expulsara de una conferencia de prensa (aunque después le permitiera retornar) a Jorge Ramos, el principal referente informativo en la comunidad hispana en ese país.
El periodista de Univisión fue retirado después que insistiera en hacer preguntas relacionadas con la situación de los once millones de inmigrantes hispanos indocumentados y por indagar en las razones por las cuales Trump quiere retirarle la ciudadanía estadounidense a los nacidos en Estados Unidos de ascendencia hispana.
La imagen de Trump exigiendo a Ramos que se sentase cuando era cuestionado por sus iniciativas migratorias y ordenándole que se volviese a Univision ya ha quedado inmortalizada como uno de los grandes hitos de la carrera por la Casa Blanca de 2016.
Pero hay mucho más que anécdotas detrás de esto. Incluso detrás del anterior enfrentamiento con la periodista de la Fox Megyn Kelly, cuando le preguntó por comentarios machistas de Trump.
En primer lugar, Trump es un magnate; tiene más dinero del que podrá gastar en toda vida. Y eso le establece la falsa certeza de que puede hacer todo lo que le venga en ganas. Quiere deportar a todos los inmigrantes latinos sin documentos e impedir que sigan llegando inmigrantes. Eso implica un muro de 3.000 kilómetros de largo. Algo totalmente imposible.
La única manera de deportar 11 millones de personas es cazarlas en la calle, las escuelas, los hospitales, los trabajos, los aeropuertos y donde sea y confinarlas a grandes estadios mientras se establece alguna forma de transportarlas fuera.
Incluso esto es carente de toda lógica. ¿Enviarlos a dónde? ¿A qué país? ¿O se pretenderá dejarlos a la deriva en el océano? Y aun así, ¿cuántas embarcaciones serán necesarias?
Trump identifica a los latinos con delincuentes. A todos ellos, ya que estamos. Y presenta a los republicanos --el sector más duro de la sociedad estadounidense-- la idea de establecer un país blanco sin inmigrantes. Cualquier parecido con Hitler puede no ser mera casualidad.
No es posible en ninguna parte de la Tierra establecer una comunidad “pura”, sin presencia de inmigrantes. El mundo es multiétnico y entre otras cosas esta es la característica que ha logrado enormes avances, porque en la multiplicidad hay no otra cosa que ganancia.
El discurso xenófobo de Trump debe ser considerado muy seriamente. Porque lo que busca es generar esa misma conducta en millones de estadounidenses, el país donde en la población civil hay 9 armas cada 10 personas. Y lo hace con el desprecio de quien no tiene que mirar por sus semejantes, con el desprecio a la comunidad hispana, que aportará a las próximas elecciones 16 millones de votos, que a pruebas vista no le interesan.
Trump ofrece el horror, ofrece la utopía. ¿Ofrece otro holocausto?
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