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Paysandú, Jueves 03 de Septiembre de 2015

Día clave

Opinion | 31 Ago Hoy es un día clave para el gobierno: el equipo económico debe presentar el presupuesto quinquenal ante el Parlamento, los gremios docentes definirán la marcha del conflicto y los ministros Ernesto Murro y María Julia Muñoz se reunirán con la fuerza política tras el levantamiento de la esencialidad de la enseñanza pública.
Ocurre que la última semana presentó el arrastre de una carga que se lleva desde hace meses y no comenzó precisamente con los paros de los sindicatos de la educación. La institucionalización del Fondes (una herramienta creada por el mujiquismo), el descuerdo de las pautas salariales difundido por el Pit-Cnt (con mayoría comunista) o el mensaje de austeridad enmarcado en la suspensión de obras tales como el Antel Arena, correspondiente al período anterior, se transformaron en mojones que marcaron las diferencias internas.
Por esos y otros aspectos, la historia de liderazgos dentro de la izquierda --que no necesariamente son reflejo del respaldo popular-- ha cambiado su rumbo en los últimos meses y el incuestionable e inobjetable Tabaré Vázquez, que gobernó durante el primer período de gobierno, ha quedado en el pasado.
Es importante recordar que cuando Vázquez designó a su gabinete, aclaró que “el nombramiento de los ministros lo hace el presidente” y esa composición planteó que no estuvo ceñido al criterio de la cuota política, sino a la confianza. Respaldado en aquel pasado, decidió la esencialidad sin consultas y el resultado no fue el esperado.
Hoy tenemos un presidente solo, desautorizado y enfundado en un vacío de poder que asiste a otro declive de la institucionalidad con el desacato a la esencialidad, donde los sindicatos han demostrado que si se desobedece… no pasará absolutamente nada.
Tal es el aislamiento presidencial, que la ministra Muñoz pidió en el comité de base Atahualpa, el sábado, que “no se puede demostrar ante la oposición que dejamos solo al presidente, tenemos que demostrar más allá de todo que lo apoyamos y todos lo defendemos por la institucionalidad del país”.
Una demostración no blinda ni a un presidente ni a un ministerio, sino el convencimiento de que su actuación fue acertada y aquí es demasiado claro que su propia fuerza no lo está ni remotamente. De hecho, faltan algunos pronunciamientos con mayor compromiso, como el de José Mujica que tibiamente apeló al “diálogo”, mientras se encuentra en Brasil abrazado al cuestionado Lula. O la ausencia de las autoridades máximas de la educación, tales como Wilson Netto (Codicen), Celsa Puente (Secundaria) o Irupé Buzzetti (Primaria), con la salvedad de Teresita Capurro, quien ya retiró sus pertenencias del Consejo y --según anunció-- hoy presentará su renuncia formal ante las autoridades. O la del director de Trabajo, Juan Castillo, quien asume un costo político sin quererlo, o el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, que no quiso asumirlo cuando Muñoz le propuso la desocupación de los centros.
Es decir, mirarse el ombligo antes de resolver y no observar a los costados es peligroso. Lo raro es que en este error caigan los veteranos de izquierda.


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