Paysandú, Jueves 10 de Septiembre de 2015
Opinion | 04 Sep La solidaridad es ciertamente una cualidad que enaltece a las personas. Al mismo tiempo es una característica de una sociedad sana. Los habitantes de esta ciudad hemos dado en innumerables ocasiones prueba de nuestro compromiso con el prójimo, participando con decisión en muchas campañas o actividades puntuales en beneficio de nuestros semejantes.
No obstante, incluso al ser solidarios no debemos dejar de lado ciertos cuidados. Por ejemplo, por triste que sea, hay personas que abusan del sentido solidario de sus semejantes. Eso, a su vez, hace a veces que las personas se muestren reticentes a la hora de dar, porque si bien el dar enaltece, el dar a quienes no lo merecen nos hace sentir frustrados, utilizados.
Del mismo modo, hay otras precauciones que deben tomarse. Esto viene a cuento porque se aprecia cómo de manera creciente comienza a aparecer un mercado paralelo de medicamentos, en la más de las veces no con un sentido comercial, sino netamente solidario.
En redes sociales como el Facebook o en programas de radio, es común tanto que se soliciten medicamentos como que se ofrezcan, a veces recetados de alta complejidad.
Sin duda, la solidaridad es el motor que mueve a unos y a otros, más allá que hay también casos en que se ofrecen a la venta.
No obstante, no es aconsejable que personas que no sean médicos, entreguen medicamentos, aun por una buena causa. En primer lugar porque solamente se deben consumir medicamentos debidamente prescriptos y obtenidos por las vías correspondientes, del sistema de salud público o privado.
Asimismo, no se puede fomentar el uso abusivo de los medicamentos. En cada caso hay que preguntarse por qué alguien tiene la necesidad de solicitar públicamente uno, cuando de hecho su médico debería proporcionárselo en la cantidad y periodicidad necesaria.
En el mundo se estima que la mitad de los medicamentos se consume sin contarse con receta médica. Más allá que hay muchos de venta libre, es claro que muchos otros no. Y eso es especialmente preocupante en el caso de sicofármacos, estupefacientes y tranquilizantes.
Por tanto, hay que ser cuidadosos a la hora de ser solidarios en temas de salud, porque en lugar de un beneficio, podemos causar daño a otras personas. O podemos facilitar el uso inapropiado de los mismos.
En Uruguay, el sistema público de salud provee de los medicamentos apropiados y necesarios. No es necesario que los particulares actúen en ese mercado. Sí pueden retornar los remedios no utilizados a los propios administradores de salud, que sabrán qué hacer con ellos y tomar además las debidas precauciones.
Solidarios sí, como buenos sanduceros, buenos uruguayos, buenos seres humanos. Pero cuidadosos. Porque el cuidar de los demás --incluso de sus posibles adicciones-- es ciertamente un acto de humanidad.
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