Paysandú, Sábado 12 de Septiembre de 2015
Locales | 08 Sep Con título igual al del presente comentario se insertó aquí, el 23 de diciembre de 2008, una nota que buscó explicar por qué se mantienen, lamentablemente, dentro de un nivel importante de gravedad, los problemas del tránsito vehicular, y señalar al respecto los fundamentos que inducen a sostener tal punto de vista a través de la observación constante de la respectiva realidad. Hoy por tanto se explicará precisamente el mantenimiento de las desfavorables condiciones de dicho tránsito no obstante el tiempo transcurrido desde que con anterioridad se abordó su análisis.
Como anteriormente se señaló, y así se entiende que emerge de la permanente observación, no existe en general en muchísimos conductores preocupación por eliminar lo que parece indiferencia por alcanzar las mejores condiciones de eficacia cuando se conduce, a través del debido conocimiento de las normas y del ajuste que a ellas corresponde. Ello sin duda justifica volver al análisis del tema.
Tal como se ha señalado antes, la observación de la realidad explica que se haya afirmado que el nuestro parece “un tránsito sin normas”, pues el incumplimiento de las que lo rigen está tan extendido, y muchas de las maniobras que se hacen son tan inesperadas, y hasta absurdas, que parecen consecuencia de la ausencia de regulación.
Es frecuente, y hasta normal, el incumplimiento de la señal de “PARE”, no obstante tener significado que lo equipara a la “luz roja”. Sucede algo similar con las preferencias que se aplican a aquellos que circulan por una avenida cuando ella se va a cruzar o se ha de ingresar a ella, o la que corresponde a quien circula por la derecha en similares circunstancias. Lo mismo ocurre con el incumplimiento de las señales que impiden el adelantamiento, tanto en ciudad como en ruta. Es común además que no se tenga bien presente el concepto de “senda” ya que es común su cambio indebido, particularmente cuando se transita en curvas, pues lo frecuente es que los conductores procedan como si estuvieran en una pista de carreras, pues se corren a derecha o izquierda, según hacia donde sea la curva; cambian súbitamente de senda cuando deben girar sin tener precaución para tomar la que corresponda con razonable antelación.
Que tales maniobras indebidas se realicen seguramente es consecuencia de la generalizada despreocupación de muchos conductores por conocer bien las respectivas normas, también de deficiencias durante el aprendizaje, que deben ser atribuidas a que no se ha puesto preocupación debida por lo que es al respecto fundamental cuando se enseña, para que sea luego recordado cuando se conduce.
Corresponde confiar en que la actividad de la Unasev ha de tener gravitación para mejorar las deficiencias que es frecuente advertir en quienes conducen, pero también subrayar que, para lograr un resultado eficaz, se debe reputar indispensable complementar la amplia difusión del contenido y sentido de las normas por vía de la televisión, para que se divulgue lo que es indebido, para que quienes con frecuencia incurren en faltas adviertan cuáles son las “barbaridades” en que con frecuencia incurren, cualquiera sea su posición social, económica, laboral o política, o su edad.
El tránsito vehicular muestra un panorama tan desfavorable y grave a nivel nacional –en Montevideo y restantes ciudades, y en todas las rutas– que solo a través de una constante y muy severa labor de control se podrá logar, en largo plazo, resultados favorables, pues tal como ya anteriormente se ha afirmado, muchos de sus problemas son en sustancia fallas en materia de educación. Al esfuerzo de la Unasev se deberá sumar, en forma mancomunada, el de los gobiernos departamentales y de la Policía Caminera para que se puedan lograr resultados favorables. Como anteriormente aquí fue expresado, si tal como se decía “el mejor conductor es el que menos molesta a los demás”, los buenos conductores no son los que prevalecen.
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