Opinion | 09 Sep Ante un debe grande en lo que se refiere a la capacitación en una diversidad de áreas en nuestro país, debe ser valorada la instancia desarrollada recientemente en el Mercado Municipal de Paysandú, donde tuvo lugar el acto de certificación a los 27 empresarios que completaron el curso de 96 horas ofrecido a través del Centro de Emprendedores y Empresas, que fuera financiado a través de la Dirección Nacional de Pequeñas y Medianas Empresas (Dinapyme).
El objetivo de este curso fue el generar herramientas teóricas y prácticas para su aplicación en lo inmediato en la gestión de las empresas de los propios participantes, lo que constituye un paso en la buena dirección para potenciar la participación de emprendedores en la trama socioeconómica del país.
El director de la citada dependencia del Ministerio de Industria, Energía y Minería, Rafael Mendive, hizo hincapié en que los cursos han sido financiados con recursos de todos los uruguayos, enfatizando que “a veces no tenemos idea en qué se gastan los impuestos. En realidad este curso no lo pagó Dinapyme, lo pagaron todos los uruguayos, y es bueno reconocer en qué se gastan los impuestos y encontrar ese ánimo de ustedes de haber aprovechado esto”.
Las reflexiones del jerarca son valederas, tanto por poder saber por lo menos en este caso en qué se gastan los impuestos, como por el hecho de que la capacitación de emprendedores además contribuirá de alguna forma a que en el futuro el Estado nos pueda salir un poco más barato, con más emprendedores que aporten a sus arcas a través del trabajo genuino.
Mendive destacó que se debe desterrar el concepto de sesgo despectivo de que “soy un pequeño empresario, por ‘soy un empresario con una empresa pequeña’”, y evaluó que es muy útil que quienes egresen de estos cursos accedan a una tutoría, “a un seguimiento, porque los obliga en medio de su rutina a pensar cosas sobre su negocio”.
Consideró a su vez que los empresarios deben utilizar más extensamente las herramientas que les brinda el Estado, “que las ofrece por un interés claro: el 60 por ciento del empleo privado en Uruguay lo hacen las PYME, y si no fortalecemos a las PYME, no hay empleo.
Esa es la razón por las que el Estado pone fondos para fortalecerlas”.
Tiene razón el titular de la Dinapyme respecto a la incidencia renovadora del emprendedor, del que aporta trabajo, capacidad y capital de riesgo, por muy pequeño que sea, para tratar de abrirse paso en el tejido socioeconómico por iniciativa propia, como contrapartida de la formación cultural tan arraigada de la búsqueda del empleo seguro y de por vida en el dependencias del Estado.
Y si nos centramos en el plano departamental, debemos convenir en que no solo no se escapa al contexto en que se desenvuelve el país, sino que hay factores agravantes que han sido determinantes para que gradualmente hayamos perdido total o parcialmente las fuentes de trabajo de cientos y miles de personas en emprendimientos que marcaron el Paysandú de las grandes fábricas, gestado sobre fines de la década de 1940 y que crearon y reciclaron riqueza en nuestro medio, al amparo de políticas que priorizaban el empleo dentro de fronteras y el proteccionismo, sino de aquella época.
Pero los tiempos han cambiado, no siempre para bien, y mientras se han desmantelado total o parcialmente varios de esos emprendimientos, que signaron una época, ha quedado también a la vera del camino mano de obra que ha debido reinsertarse en el esquema laboral ante nuevos desafíos, que ha tenido que crear sus propias empresas o emplearse en condiciones que ya no eran las de antes.
La reconversión es posiblemente el gran desafío de los tiempos que corren, porque lamentablemente no hay fuentes de trabajo inamovibles ni perdurables, como hemos creído durante años, y porque además lo que antes perduraba por décadas en cuanto a las condiciones internacionales, ahora está en permanente cambio y se da por ciclos.
La capacitación y la formación de emprendedores, el apoyarlos y hacerles un seguimiento desde el Estado, pero también poniéndoles a disposición otras herramientas, como créditos accesibles, de mediano y largo plazo para que por lo menos no se sientan agobiados y condicionados seriamente en el desarrollo inicial de sus emprendimientos, es parte de la respuesta a este escenario, y es preciso acentuar estos mecanismos de apoyo tanto como sea posible, porque en ello nos va la vida.