Paysandú, Lunes 14 de Septiembre de 2015
Opinion | 11 Sep En un ámbito en el que felizmente abundaron las convocatorias de representantes de ambas orillas a redoblar las acciones en pos de la integración, como lo fue el reciente encuentro del Comité de Integración en la vecina ciudad de Colón, uno de los aspectos centrales que fue objeto de expresiones coincidentes fue el de la necesidad de aprovechar en sus enormes posibilidades el río Uruguay, como factor de unión e integración.
En la sesión de referencia participaron unos 150 delegados entre autoridades y técnicos, caso de intendentes y embajadores, entre otros representantes del quehacer regional, y el intendente de Colón, Mariano Rebord, al inaugurar la sesión dijo que ambos pueblos (Paysandú y Colón) se encuentran “a la vera del gigante dormido, el majestuoso río Uruguay. Las fuerzas vivas argentinas y uruguayas” viven en una frontera “peleando día a día para cada vez integrarnos más; siempre estamos en la lucha, en el tire y afloje”, afirmó.
El intendente de Paysandú, Guillermo Caraballo, quien siguió a Rebord en la presentación durante la apertura oficial de la sesión, sostuvo que “hay que redoblar la militancia integracionista”, y planteó temas muy caros a Paysandú, algunos de ellos puntuales, pero que requieren resolución y realismo para tratar problemas micro dentro de los macro pendientes, que igualmente atañen a muchas personas.
Y más allá de la buena nueva mencionada por el embajador uruguayo en la Argentina, Héctor Lescano, y su colega argentino Dante Dovena, en el sentido de que “tenemos buenas noticias porque hemos tenido avances importantes. Todavía hay algunas cosas para mejorar, pero en los últimos tiempos hemos tenido muy buenas noticias y expresiones de buena voluntad política de ambas partes”, hay aspectos a dilucidar que interpelan en los hechos esta voluntad integracionista en ambas orillas. Estos por regla general no tienen que ver con los gobiernos provinciales, sino con medidas que se toman en el gobierno central localizado en Buenos Aires, sobre todo.
“Cuando vinimos con el ‘Pato’ (Sergio) Uribarri a principios del 2011, teníamos una fuerte presión de los intendentes de todo el litoral para que se dragara el río Uruguay. Había que dragarlo, no por una cuestión cultural, sino porque era parte de la vida diaria y del desarrollo de las dos fronteras”, recordó Dovena. “Hicimos esto con la colaboración inestimable de Horacio Tettamanti en Argentina y Alberto Díaz (presidente de la ANP) en Uruguay. Hoy el dragado del río Uruguay es un hecho. Hay una sucesión de barcos que están llegando y saliendo. No es ya un gigante dormido, pero hay que seguir empujando el dragado, no solo para llegar hasta Colón y Paysandú; queremos que siga”, añadió.
Lo que es una expresión de muy buena intención, nada menos que en un foro donde se reúnen autoridades de ambas orillas, no ha sido, sin embargo, luego confirmado en los hechos, y en el mejor de los casos, éstos se han dado mucho después, debido en buena medida a que la burocracia y los mandos medios se han interpuesto a los enunciados de mandatarios y embajadores, y tampoco se ha dado el seguimiento requerido para que las cosas se cumplan.
Y mientras los intendentes y autoridades de ambas orillas, junto a las fuerzas vivas, incluyendo a los directamente interesados, exportadores y operadores, han luchado por el dragado y la reactivación del transporte por la hidrovía del río Uruguay, ha costado realmente un triunfo, muchos años, ponerse de acuerdo para encarar el dragado que ahora está en ejecución en base al proyecto integral acordado a través de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU).
Es cierto que no existe la misma responsabilidad de ambos gobiernos centrales en esta demora, sino que mientras el gobierno uruguayo, a través de la Cancillería, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas y la ANP ha recorrido en tiempo y forma su parte en el acuerdo, la contraparte argentina no ha tenido la misma diligencia, y solo hace pocas semanas se ha logrado que coincidieran las dragas de ambos países para ejecutar de a tramos el proyecto integral, pese a las gestiones de autoridades entrerrianas, sobre todo de Concepción del Uruguay, para acelerar la participación de su país.
Es decir que por regla general están desalineados los intereses y los tiempos entre las urgencias lugareñas y la abulia de quienes toman las decisiones, de las autoridades del gobierno central, que repercuten en los lugares de producción directamente interesados y que responden a la dinámica que requiere el sector privado para competir y minimizar riesgos. Un ejemplo de lo señalado --solo uno entre muchos-- refiere al servicio de transporte de contenedores que lleva adelante desde el año pasado el buque portacontenedores “Provincias Unidas”, entre Paysandú, Nueva Palmira y Montevideo.
Como es sabido, el servicio genera mayor rentabilidad si se logra plena ocupación de los espacios, y desde siempre la idea de los operadores ha sido tratar de incorporar al puerto de Concepción del Uruguay al circuito para la operativa con contenedores, lo que sería de beneficio para ambas orillas, pero esta posibilidad sigue diluida hasta ahora por trabas burocráticas que se han impuesto desde Buenos Aires, pese al interés de los operadores portuarios de la zona.
Es decir que siempre hay elementos que en los hechos desmienten la mentada integración y buena voluntad, lo que indica que en ambas orillas todavía hay mucho por hacer para superar estas trabas.
Instancias como el Comité de Integración son un ámbito adecuado para considerar estos planteos y acordar las mejores acciones para despejar los obstáculos, identificar con precisión el porqué de las trabas y tratar de corregirlas en los ámbitos donde se adoptan las decisiones que en teoría deberían seguir y refrendar los anuncios políticos.
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