Paysandú, Miércoles 16 de Septiembre de 2015
Opinion | 12 Sep En las últimas horas el Poder Ejecutivo logró desactivar, por lo menos temporalmente, el “papelón” internacional que significaba que las cinco familias sirias que llegaran entre la fanfarria de dirigentes del partido de gobierno y organizaciones sociales afines para “salvarse” hace casi un año, ahora prefieran volver a un país devastado por la guerra que quedarse en Uruguay, simplemente porque no pueden generar ingresos suficientes para vivir.
Los refugiados sirios que habían acampado desde hace unos días en la plaza Independencia porque desean abandonar el país levantaron el campamento que habían instalado, y luego de una reunión con el secretario de Derechos Humanos, Javier Miranda, --quien estuvo recientemente en Paysandú para anunciar que llegarán familias sirias a la zona de Quebracho, a las que se entregarán campos del Instituto Nacional de Colonización (INC)-- acordaron con el gobierno abandonar la medida que implementaban desde el lunes.
Según un comunicado divulgado por la Secretaría de Derechos Humanos, de la reunión surgió que el gobierno analizará caso a caso la situación de las familias. El día que comenzó la protesta, el prosecretario de Presidencia, Juan Andrés Roballo, les prometió a los jefes de las cinco familias --integradas por 42 personas-- que en 48 horas encontrarían una solución a sus inquietudes. El principal reclamo de los sirios es que el gobierno los ayude a retornar al Líbano, porque sostienen que no están conformes con las condiciones de vida en Uruguay.
Los manifestantes indicaron que “solo quieren volver a Líbano” a pesar de la crítica situación que viven los ciudadanos sirios allí. En el Líbano está el campo de refugiados en el que se encontraban antes de viajar rumbo a Uruguay.
Corresponde tener presente que una vez más la improvisación fue el sesgo de esta movida del gobierno del expresidente José Mujica, y se trajo --según reconoció hace pocas horas el propio Mujica-- a familias de clase media.
Se les ofreció además a estas familias condiciones que muchos uruguayos no tienen como oportunidad en su propio país, y sin embargo, tras unos meses de vivir en nuestro medio, dijeron lo que todos sabemos: el Uruguay es caro, la UTE es cara, la comida cuesta más que en los países ricos, incluso, y que con lo que se gana como promedio no se puede vivir.
Y encima acamparon frente a la torre ejecutiva, como para denunciar la situación en el mundo. Es decir, que el tiro les salió por la culata a quienes creyeron que de esta forma iban a divulgar las bondades de Uruguay en todo el mundo. Y también debe evaluarse que quienes vinieron y quieren irse, no han pedido radicarse en Cuba, Venezuela o Corea del Norte, sino que quieren ir a Alemania o Gran Bretaña, mal que los pese a quienes una y otra vez siguen haciendo un culto de los males del mundo capitalista.
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