Paysandú, Miércoles 16 de Septiembre de 2015
Opinion | 13 Sep Bajo el lema “La sociedad civil es el oxígeno de la democracia”, la ONU recordará el Día Internacional de la Democracia el próximo martes 15, y más allá de constituirse en un valor fundamental basado en la libre determinación de sus pueblos, es un sistema que no se desarrolla bajo un modelo único.
La solidez de sus gobiernos se demostrará en el grado de participación ciudadana e incidencia en las resoluciones, pero también en los presupuestos que destinen para solventar estos espacios de diálogo con la sociedad en sus diversas temáticas. A nivel mundial, estos ámbitos van reduciéndose ante las limitaciones financieras existentes, que lógicamente inhiben su radio de acción.
Las democracias exitosas abren el espectro a estas organizaciones que aportan y consolidan a objetivos comunes e incluso ayudan en la rendición de cuentas de sus gobiernos, sin condicionamientos políticos o enfrentamiento sectarios.
Mientras representan a una diversidad de intereses sociales, se transforman en grandes conocedores de las micro-realidades y sus vulnerabilidades, que les permiten observar con mayor amplitud de criterios sus entornos y proponer soluciones a mediano o largo plazo.
La voz de estas organizaciones no siempre se escucha o atiende con la fuerza que requieren, por tanto se transforman en el espejo que muestra las inseguridades propias de gobiernos con escasa tendencia a comprender que la sociedad civil es un catalizador de los avances comunitarios y sus progresos. Sin embargo, deberán manejar un diálogo correcto entre sí, para elevar posteriormente sus inquietudes a los gobernantes.
En Uruguay se creó el año pasado un mapeo de la sociedad civil, a cargo del Instituto de Comunicación y Desarrollo con el apoyo del BID, que permite una visualización de sus innumerables organizaciones en las distintas áreas y subáreas de trabajo. En el último registro, Paysandú presenta unas 46 entidades profesionales, comunitarias, barriales, de desarrollo, recreación, cultura, promoción de derechos, educativas, de capacitación, religiosas, sindicales, entre otras, que cumplen un rol estratégico en la labor de mejorar las desigualdades.
La superación de estigmas es una tarea que requiere del aporte continuo de la totalidad de las partes involucradas en una sociedad desarrollada para permitir cambios en los modelos económico y social, no obstante, a nivel global cuentan con escaso compromiso de sus poblaciones.
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