OPINIÓN

Locales | 13 Sep ¿QUIÉN MANDA A QUIÉN?
Hace más de 30 años que los vecinos del barrio “El roble” esperan por el saneamiento y tras esas décadas de frustraciones, finalmente llegó el supuesto “beneficio”, porque ya casi nadie recuerda que es un derecho ciudadano.
Ahora, tras todos los sinsabores, trámites y esfuerzos para lograr acceder a algo más de trescientos mil pesos a través del Presupuesto Participativo, pasan los meses desde que OSE y la Intendencia iniciaron trabajos a través de la empresa Citesa para que algún día podamos dejar de penar y pagar por el servicio de barométrica así como de sufrir desbordes de pozos negros.
Sin embargo, cuesta creer que una vez más en este país, se esté dejando pasar la oportunidad de hacer las cosas bien. Somos decenas los vecinos de este lugar los que además, sufrimos repetidas inundaciones pero no porque suba el río, sino cuando llueve más de 60 milímetros.
Las calles desaparecen bajo el agua, que entra a las casas porque los desagües no dan abasto y las cunetas tampoco. Últimamente, como si fuera poco la empresa a cargo de las obras ha tenido a bien despreciar nuestro esfuerzo para mantenerlas libres y las ha dejado con mucha tosca.
Lo peor es que a nadie se le haya ocurrido que éste es el mejor momento para prevenir inconvenientes bajando el nivel de algunas calles, que en muchos casos supera el de los cimientos de las casas. El escaso bitumen ya fue roto para efectuar las obras y por encima han volcado tosca y más tosca para evitar el atascamiento de vehículos. Por tanto habrá que hacerlo a nuevo. Pero algunas tapas de la nueva red de cloacas supera ya en 25 centímetros o más la altura de las calles, ¡con la obra recién comenzada!
Hice reclamos ante la OSE y la Intendencia. Esta dice que es responsabilidad de aquella y OSE quiere que le escriba describiendo el problema, como si la empresa uruguaya no pagara a ingenieros y su personal ¡estuviera trabajando en Marte!
En mi humilde opinión, OSE contrata a Citesa y entre los dos entregan la obra a la Intendencia, que tal vez debería darse una vueltita para luego no recibir el trabajo terminado, mal hecho y caro. Porque somos muchos los que vemos lo mal que está y no cobramos por ello. Lo sufrimos y seguiremos pagando impuestos y las consecuencias.
Con un poco menos de mansedumbre e hipocresía uruguayas, es mucho lo que ahorraríamos a una parte de la ciudad que además, no deja de crecer.
Anegada