Paysandú, Viernes 18 de Septiembre de 2015
Locales | 13 Sep Un elocuente y documentado resumen de la vida y obra de Aparicio Saravia da Rosa fue realizado por los ediles Ignacio Ifer del Partido Nacional y Jorge Dighiero del Frente Amplio, sumándose el respetuoso recuerdo de Luis Suárez del Partido Colorado.
Nacido en Cerro Largo el 15 de agosto de 1856, de muy joven abrazó la causa de los blancos --como se identificaban entonces los nacionalistas-- al punto de no solo poner a disposición los títulos de su estancia para financiar la revolución, sino ofrendar su propia vida en un campo de batalla, como ocurrió en Masoller el 1º de setiembre de 1904. Lo que hilvanó en encendidos versos la voz del recordado actor compatriota Alberto Candeau, mediante un video reproducido al finalizar la sesión de homenaje de la Junta Departamental de Paysandú.
El joven edil Ignacio Ifer, con mucho énfasis, aseguró: “vamos a contarles a ustedes por qué las ideas siguen vigentes en todos los orientales, más en un año propicio para tributarle homenaje a Aparicio Saravia. Estamos a menos de un año de los comicios (nacionales) en una transición y entonces hay que ver, así como conocer, a aquellas personas que regaron sangre para lograr el voto universal y que hoy tengamos una democracia como la entendemos”.
Ifer desgranó distintos aspectos de la vida militar de Saravia, asegurando que “cuando Saravia y los blancos hablamos de libertad, se malentiende a veces que lo hacemos desde la doctrina económica, pero no estamos hablando por libertades en oposición a las economías controladas del Estado. Hablamos de libertad inherente al hombre para ser hombre, desde ese punto de vista. Aparicio nos enseñó que la libertad no es un medio, sino un fin en sí mismo, lo que luego repica y defiende Luis Alberto de Herrera, así como más cercanamente Wilson Ferreira Aldunate lo deja bien en claro al embanderarse y recuperar el principal parangón para retomar la democracia”.
LOS CAUDILLOS ASUSTARON
Jorge Dighiero aportó distintos pasajes de la vida de Aparicio Saravia, aclarando no ser un historiador, pero sí lector de la historia, que está a dos generaciones y media de aquellos hechos. “Dos tíos abuelos míos estuvieron en la revolución de 1904”, precisó y agregó que en algún momento “los doctores se asustaron de los caudillos, cosa que después el militarismo incentivó y siguiendo la vieja línea de Domingo Faustino Sarmiento (argentino) terminaron fundando el Partido Nacional para terminar con ellos. No se daban cuenta de lo que también se terminaba al acabar con los caudillos”, señaló añadiendo distintas reflexiones sobre las estrategias políticas del poder en manos de los colorados.
“A todos los partes de guerra Aparicio los encabezaba con la palabra 'compañeros', por eso a algunos nos queda tan cómodo el término. También se habla de sacrificio y de ‘maturrangos’, que eran los estudiantes de Montevideo, los que escribieron la gesta porque (sencillamente) eran los que sabían escribir. Entre otras cosas, más de una vez hubo enfrentamientos con Aparicio porque como había que formar la balota para votar (primer sistema de elección del presidente acorde con la Constitución de 1830), porque había que firmarla, entonces había que enseñar a la gente por lo menos a firmar. Un día les dice algo de lo que están haciendo y le contestan: ‘sí, esto es de gran valor’, a lo que Saravia le retruca ‘en mi pago está fulano, que no tiene los brazos y vota por el Partido Colorado’, ¡era así la cosa!”
Desmintió el edil que las huestes de Aparicio Saravia fueran “degolladoras, eso es una falsedad histórica. En las revoluciones de Aparicio (1897 y 1904) eran expresamente penados aquellos a los que se les iba la mano”.
SIN REVANCHISMOS
Desde la banca del Partido Colorado, el edil Luis Suárez reconoció: “Tenemos visiones históricas diferentes con el Partido Nacional, pero nos parece que este homenaje no es el momento para marcarlas”. Sostuvo que “hubieron dos grandes figuras sobresalientes con nitidez sobre los demás: José Batlle y Ordóñez y Aparicio Saravia. Dos hombres duros, recios y convencidos de sus ideales. Existe una anécdota referente a Batlle y Ordóñez que al enterarse de la muerte de Saravia se encontraba en compañía del pintor Pedro Figari, su rostro se alteró, se puso de pie y caminó algunos minutos alrededor de su escritorio. Le comentó que era ‘un gaucho bueno’, en una reacción fresca y espontánea, agregando que cualquier escritor en la síntesis de aquellos años diría que la gente luchaba y se jugaba la vida por sus ideas y convencimiento político, pero sin odios”.
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