Paysandú, Sábado 19 de Septiembre de 2015
Opinion | 15 Sep Mientras prolongadas sequías han reducido drásticamente la producción de cereales en países de América Central, especialmente El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, donde los gobiernos han comenzado a distribuir paquetes de ayudas agrícolas y ayuda alimenticia directa frente a la escasez de alimentos, otros viven graves inundaciones que también afectan de diversas formas a sus poblaciones.
La situación se repite en otros lugares del planeta a pesar que, según la FAO, la producción agrícola mundial tendrá que aumentar en torno a un 60% para 2050 con el fin de hacer frente a la ascendiente demanda de alimentos de la población mundial. Paralelamente, la degradación de los recursos de tierra y agua, la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos que resultan de prácticas humanas no sostenibles hacen prever el agravamiento del cambio climático y el incremento de fenómenos meteorológicos extremos.
En los últimos años, nuestro país se ha visto afectado por inundaciones y sequías y no escapa a las previsiones mundiales aunque se destaca que ha venido trabajando en la adopción de medidas de mitigación y respuesta al cambio climático.
El próximo viernes 18 se realizará en Montevideo una Consulta Pública en relación a las metas de emisiones de gases de efecto invernadero previstas para el 2030, a ser presentadas de cara a la XXI Reunión de la Conferencia de las Partes (COP 21) sobre Cambio Climático (INDC por sus siglas en inglés) que se llevará a cabo del 30 de noviembre al 11 de diciembre en París. La propuesta apunta a que el país pueda avanzar en su desarrollo con la menor intensidad posible de emisiones, tarea que emprende paralelamente a la construcción de resiliencia.
El tema requiere consensos y decisiones importantes en la medida que Uruguay no puede mitigar el cambio climático a expensas de la producción de alimentos sino que debe trabajar en la mejora de la eficiencia de las emisiones por producto en el sector. En este sentido, se han planteado metas específicas en relación a la producción de carne vacuna, actividad que concentra el 78% de las emisiones nacionales de CH4 (a partir de la fermentación entérica) y el 63% de las emisiones nacionales de N2O (a partir de la disposición de estiércol en los suelos). En otras áreas, como la producción de energía se destaca la reducción de un 88% de las emisiones netas, lo que equivale al 3% del promedio mundial. Asimismo, se considera importante avanzar en áreas como el transporte de residuos.
Un enfoque inteligente en el manejo de la agricultura y ganadería, la producción de alimentos y energía, así como una participación activa en la gobernanza internacional en materia de mitigación y adaptación al cambio climático, son cuestiones importantes en el marco de los objetivos mundiales en la materia. Pero a la vez, constituyen una necesidad propia frente a los desafíos de un clima en transformación y con facetas adversas que nos hacen vulnerables.
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