Paysandú, Viernes 25 de Septiembre de 2015
Opinion | 19 Sep El nuevo derrumbe en los precios del petróleo tiene sus aspectos positivos y negativos, según el ángulo del que se mire, en este caso por la influencia de una menor demanda mundial, un enlentecimiento de la economía china y una caída en los precios de los commodities en general.
Para países netamente importadores como Uruguay, sin embargo, es una buena noticia que en alguna medida mitiga el impacto de la baja en el precio de los granos y otras materias primas que exporta nuestro país, aunque para el consumidor, en realidad, la baja del crudo llega --cuando lo hace-- muy menguada a los bolsillos, ante el fuerte costo de funcionamiento de Ancap.
Pero paralelamente, en forma indirecta, hay otras consecuencias: por un lado, en cuanto a la disponibilidad de crudo, los bajos valores desestimulan la extracción de los yacimientos más pobres, que son los que resultan más caros para explotar, así como paraliza la búsqueda de tecnologías más eficientes para el aprovechamiento del combustible fósil.
Y sobre todo, pese a que hay en marcha programas de mediano y largo plazo, que resisten alternativas como los altibajos del crudo, sí es un factor desestimulante para la investigación e inversión en energías alternativas y sustitutivas, sobre todo cuando el escenario internacional no es favorable para flujo de capitales de riesgo.
Pero repasando el escenario mundial, tenemos que según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 2014 fue el mejor año para la transición hacia el aprovechamiento de energías limpias, y en este contexto la inversión mundial en energías renovables, impulsada por la solar y la eólica, creció 17 por ciento el año pasado respecto al año anterior, hasta alcanzar unos 270.000 millones de dólares.
El repunte de la inversión permitió una capacidad adicional de generación de 103 gigavatios, equivalente a la energía producida por las plantas nucleares de Estados Unidos en su conjunto, de acuerdo con este informe.
Hay otros aspectos a tener en cuenta para esta revolución, desde que los cambios han sido posibles en gran medida gracias al constante descenso en los costos de la tecnología, sobre todo en la energía solar pero también en la eólica, lo que implica que cada dólar invertido en energía renovable adquirió una capacidad significativamente mayor de generación en 2014, con el perfil de mantener esta tendencia en el año en curso.
Esto representa un estímulo para los inversores en los respectivos proyectos, para la investigación y también para los países que se muestran dispuestos a incorporar estas tecnologías para renovar la matriz energética, como ocurre auspiciosamente en nuestro país. Las energías eólica, solar, geotérmica, marina, de biomasa y de pequeñas centrales hidroeléctricas contribuyeron con 9,1 por ciento de la generación mundial de electricidad en 2014, frente a 8,5 por ciento en 2013. Es decir que el año pasado las energías renovables alcanzaron casi la mitad de la capacidad de energía neta agregada en todo el mundo.
Las tecnologías energéticas respetuosas con el clima son ahora un componente indispensable de la matriz energética mundial y su importancia no hará más que aumentar a medida que los mercados se consoliden, los precios de la tecnología sigan cayendo y la necesidad de frenar las emisiones de carbono se haga cada vez más urgente, según evaluaciones de organismos internacionales especializados en el tema.
Y si bien es tan llamativo como positivo a la vez que la mayor inversión en energía renovable en 2014 tuvo lugar en China, con 83.300 millones de dólares, un aumento de 39 por ciento frente a 2013 y Estados Unidos le siguió con 38.300 millones de dólares, una característica destacada es la rápida expansión de estas tecnologías en los mercados del Sur en desarrollo, donde las inversiones dieron un salto de 36 por ciento a 131.300 millones de dólares, nada menos, en un mercado hasta ahora reticente en estos emprendimientos.
En el caso de Uruguay, proporcionalmente se sitúa ente las primeras a nivel internacional, y precisamente en el año 2014 se ha logrado una muy buena incorporación de energías renovables, sobre todo la eólica, pero también con fuertes inversiones en energía fotovoltaica, y a la vez se ha ingresado en una fuerte producción de electricidad en base a biomasa, a partir de los emprendimientos de pasta de celulosa, donde se utiliza extensamente el desecho forestal con vistas a producir energía eléctrica para el complejo y la venta de excedentes a UTE, sin olvidar emprendimientos que le venden electricidad por biomasa en el mercado spot al ente en períodos de sequía fundamentalmente.
Es por lo menos un dato alentador a tener en cuenta en coyunturas como la actual, porque se trata de inversiones sostenibles en el tiempo, por encima de avatares, desde que la alternativa a la dependencia de la importación de petróleo es mucho más que cosa de costos. Tanto desde el punto de vista de la preservación del medio ambiente como del reciclaje de recursos más allá del costo final del impulsor, forma parte de la viabilidad incluso de un país, para reducir vulnerabilidades y catalizar la sinergia del motor interno.
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