Paysandú, Martes 29 de Septiembre de 2015
Locales | 22 Sep Se ha analizado con anterioridad el tema de lo que significa el régimen jurídico para el país y sus instituciones, y la importancia del tema indica volver a pugnar por su plena vigencia.
La base de tal prestigio se encuentra en el contenido de las normas de la primera Constitución nacional, jurada el 18 de julio de 1830, confirmadas sustancialmente en las ulteriores reformas constitucionales; dicho régimen ha creado y apoyado las profundas convicciones de la ciudadanía, y la de quienes han ejercido las funciones de gobierno y administración estatal; ello ha gravitado para prestigiar al país internacionalmente por la forma en que han actuado sus poderes independientes, Legislativo, Judicial y Ejecutivo, y la plena vigencia del régimen de garantías.
Tal realidad, se reitera, ha generado gran prestigio internacional para el país, pues es normal en el exterior que se reconozca la forma en que se desempeñan sus instituciones y poderes, lo cual aporta respeto por la eficacia con la cual funciona el amparo de todos los derechos, los que corresponden a quienes aquí nacieron como el de quienes, no siendo uruguayos, aquí viven, aquí trabajan, o simplemente son titulares de derechos.
Tal como señaló oportunamente en “La Democracia” el doctor Alberto Volonté y fue glosado en precedentes comentarios, “en su corta historia nuestro país ha demostrado poseer algunos factores que ponen de manifiesto su viabilidad de origen y que permiten ir dibujando su identidad nacional: su identidad política, su civilidad, su institucionalidad; la identidad nacional se tiene que ir forjando, se tiene que moldear más, lo que se logra con los años. Pero la base ya está y es excelente. Porque, en el mundo libre, tener estabilidad política y, sobre todo, la facultad de resolver civilizadamente y en armonía las diferencias internas, es un valor inestimable. Esa es la identidad que nos hace viables; lo que ahora importa es que estamos demostrándole al mundo nuestra clara identidad con apego a las grandes ideas de la civilización: la libertad, la democracia y la estabilidad política”.
Como también en anterior análisis del tema fue señalado, se culmina la presente columna con conceptos ya expuestos pero que se considera que son para ello pertinentes: lo que básica, sustancial y sintéticamente emerge del presente comentario evidencia la muy clara realidad que deriva de la profunda convicción democrática del país, y también de la forma en que incide en la conducta de gobernantes y de ciudadanos, al margen de disidencias ideológicas o políticas.
Corresponde entonces culminar la presente columna con la afirmación de que lo importante es ajustarse lisa y llanamente al concepto que establece que “lo primero es el derecho”.
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