Paysandú, Viernes 02 de Octubre de 2015
Opinion | 02 Oct Hay veces en que la iniciativa ciudadana transforma la sociedad, quizás no en cosas realmente fundamentales, pero si en otras que el ojo ciudadano ve mucho más rápidamente que el gobernante de turno o de quienes lo acompañan.
Mientras quienes tienen el ejercicio del gobierno por mandato popular miran a los denominados “grandes temas”, más allá que abren el oído a todas las demandas de la población, hay quienes ven lo que ocurre en una esquina o una plaza cualquiera, se imaginan cómo puede cambiarse o mejorarse la realidad y están dispuestos a poner manos a la obra.
Algo así pasó en 2012 cuando un grupo de sanduceros comenzó a reunirse bajo el inusual nombre de “Comando Libertad” con el propósito --entonces era así-- de recuperar la estatua de la Libertad que una bala de cañón brasileña destruyera en los inicios de la inmortal Defensa, en 1864.
Con el paso de los meses y la investigación realizada quedó claro que resultaría imposible recuperar la semiderruida estatua adquirida al catálogo Livi. Lejos de amilanarse, el grupo continuó adelante ahora con la idea de hacer una estatua tan similar como fuera posible y colocarla en su lugar original, la hoy plaza Constitución. Quedará, cosas de la historia y la vida, frente al monumento a Leandro Gómez, hoy ya incorporado a la ciudad, tanto como por décadas lo estuvo la fuente que fue quitada de manera inconsulta y de la noche a la mañana.
El camino transitado por el ex “Comando Libertad” ha sido fructífero y la investigación que acompañó cada etapa también. Hoy se está en la antesala de esculpir la estatua, basándose en los estudios realizados y en el concepto escultórico de libertad que dominó la época en los talleres italianos, de donde llegaron al Río de la Plata y otros países enorme cantidad de estatuas, muchas de las cuales permanecen hasta la actualidad.
Sabremos siempre que no será una réplica, porque no hay documentos que indiquen cómo exactamente era. Pero no quedan dudas que la comunidad sentirá el orgullo de haber recuperado uno de sus elementos esenciales, del cual durante décadas y décadas se habló con nostalgia por esas cosas que se pierden y se piensa que jamás podrá recuperarse.
No es el caso. Hay escultores uruguayos que pueden hacerse a la tarea y el presupuesto está al alcance, con el aporte de lo que Paysandú pueda entregar a través de la comisión de vecinos que lleva adelante la iniciativa, de la intendencia y del Ministerio de Cultura.
Lo mejor de todo es que se ha llegado a una aproximación en torno a cómo lucía la estatua. Solo queda asignar el trabajo, no a través de un concurso --una idea a todas luces absolutamente desafortunada-- porque ello le daría libertad a los participantes y podríamos terminar con una estatua que en nada represente a la de la Libertad que vieron aquellos sanduceros, ni más ni menos que el primer monumento del país.
En pocos meses, seguramente, será otra de las atracciones de plaza Constitución. Y una nostalgia menos.
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