Paysandú, Miércoles 07 de Octubre de 2015
Opinion | 30 Sep El pasado fin de semana tuvo lugar en las instalaciones del Paysandú Golf Club el Encuentro Nacional de Asociaciones, Cámaras y Centros Comerciales, donde el común denominador fue la incertidumbre y coincidencias respecto a que la desaceleración que afecta el país, sin ser tremendistas, es mayor a lo que se estimaba sobre todo desde el gobierno –o por lo menos se decía-- en buena medida debido a que desde Brasil siguen llegando malas noticias.
Es que el empresariado, sobre todo el del Interior, entiende, y con razón, que se dejó pasar demasiado tiempo en el Poder Ejecutivo, sin ensayar alguna medida preventiva de peso por el cambio de escenario interno conjugado con vulnerabilidades internas.
El encuentro de referencia fue seguido por una reunión de la Confederación Empresarial del Uruguay (CEDU), que nuclea a centros comerciales del Interior, en el que se dio a conocer un comunicado que advierte sobre una situación que a esta altura compromete la viabilidad de las empresas y tiene impacto en el empleo, debido a que ya en el Interior está repercutiendo el estancamiento que se da en las actividades agropecuarias.
En esta página editorial, en más de una oportunidad señalábamos que a propósito de las turbulencias en la región, y la disconformidad de los socios con los resultados del Mercosur en más de dos décadas de vigencia, cobran cada vez más importancia los planteos que desde hace tiempo se están dando respecto a la necesidad de abrirse al mundo y zafar del verdadero “corsé” que establece el acuerdo del bloque.
Brasil se opuso durante años a que Uruguay pudiera encarar negociaciones bilaterales con otros países, y debe recordarse la oportunidad en que siendo canciller el sanducero Reynaldo Gargano, en una poco patriótica maniobra éste llegó a traer jerarcas de Itamaraty para presionar al Ejecutivo --que él integraba; pero no hay que olvidar que la mayor oposición del Gobierno del Frente Amplio está en el propio Frente Amplio-- para que desistiera de su intención de suscribir un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
Pero los tiempos han cambiado, las frustraciones también se han sumado, hay otro escenario internacional y otras experiencias, y sobre todo hay un vuelco en Brasil debido a su acentuada crisis socioeconómica y la percepción de su industria de que en el Mercosur, tal como está, poco y nada tienen que hacer y que es preciso abordar cosas diferentes.
En el caso de Uruguay, las dificultades del escenario internacional y el cambio de los vientos, que ya no son tan favorables en el concierto internacional como en la última década, también se está reanalizando esta problemática.
Pero el factor Brasil ya está pesando sobremanera, porque la caída del PBI del vecino país, conjugado con la pérdida de grado inversor, da cuenta de un escenario peor del que incluso podía pensarse en las evaluaciones más pesimistas, y nuestra condición de vecinos y de ser nuestro principal socio comercial es un elemento de sumo peso a tener en cuenta. Por lo pronto, hay dramas exacerbados en el área fronteriza con el país del norte, debido a que la devaluación sostenida del real es determinante para que los precios entre uno y otro lado de la frontera sean enormes, y que al mismo tiempo que Brasil se ha abaratado para los uruguayos, en el caso de los importadores brasileños la mercadería de origen uruguayo ha pasado a ser muy cara, en tanto paralelamente en los productos en que los brasileños son competidores de los nuestros, ofrecen condiciones mucho más ventajosas para los compradores del exterior.
Por supuesto, nada que sea novedoso en el marco de los vaivenes de la economía, que responde a ciclos, y no se necesita ser un experto para asumir que a un ciclo bueno sigue otro malo o no tanto, y viceversa, y que ello afecta seriamente la economía interna en países como el Uruguay, que es tomador de precios y tiene escaso margen de maniobra, ante su esmirriado mercado interno.
Durante años, y hasta no hace mucho, el equipo económico de gobierno proclamaba que Uruguay estaba en condiciones de “desacoplarse” de las crisis de la región, primero argumentando que estábamos “blindados”, para luego pasar a un “desacople” que es un término menos tajante y más modesto.
Pues la realidad ha demostrado que la economía uruguaya no se “desacopló” de sus socios mayores del Mercosur en el grado que se esperaba, pese a que su grado de diversificación comercial contribuye a que los problemas por los que atraviesen estas dos grandes naciones no generen efectos tan negativos como los de 1982, 1999 y 2002.
Es que la región en que nos encontramos es complicada, y la teoría del “desacople” está viviendo una dura prueba que le impone la realidad, como incluso expusiera en su momento el economista Jorge Caumont, porque el otrora “estribo” de Brasil que mencionaba el expresidente José Mujica se nos fue con caballo y todo: Brasil vive serios problemas que quitan autoridad y afectan el poder de su conducción política, con un deterioro de la imagen de la presidenta Rousseff, denuncias de corrupción a su entorno y una situación macroeconómica con marcados desequilibrios, al punto que ha perdido el grado de inversión.
Una combinación de recesión, inflación y problemas en su sector externo se conjuga con que la industria brasileña ha estado en receso y ello provocó una pronunciada caída de la confianza de los empresarios industriales y de los consumidores.
Argentina presenta una situación macroeconómica que tampoco es buena para nuestro país, con caída del monto exportado en mercaderías, y ventas de servicios y a los de inversión, en el agro y en la construcción, y posiblemente con muchos dramas contenidos a medias ante las elecciones cercanas, lo que indica que tendremos que remar contra la corriente por nuestros propios medios, porque los motores de nuestros vecinos ya no pueden ni con ellos mismos.
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