Paysandú, Miércoles 07 de Octubre de 2015

Una batalla que debe continuar

Opinion | 01 Oct En coincidencia con la exposición que estaba formulando ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el presidente Tabaré Vázquez, argumentando contra las tabacaleras y centrando sus cuestionamientos fundamentalmente en la multinacional Philip Morris, que lleva adelante un juicio contra nuestro país por la medidas restrictivas a la publicidad y comercialización del tabaco, se conocieron cifras alentadoras respecto al consumo de esta droga de carácter social, que crea adicción y dependencia, con serios perjuicios para la salud.
Es así que el consumo de tabaco en adolescentes en nuestro país bajó de 30% a 8% desde 2003 a la fecha, según informó el director del Centro de Cooperación Internacional Contra el Tabaco (CCICT), Winston Abascal, quien calificó el descenso de “increíble” y lo adjudicó a las políticas públicas que se desarrollan en la materia desde 2005.
“No pensábamos que se iba a llegar”, indicó Abascal, quien ya había destacado que en materia de tabaquismo Uruguay no sigue la tendencia mundial ya que la cantidad de fumadores viene en descenso.
Además, en el Ministerio de Salud Pública (MSP) estiman que el contrabando de cigarrillos en Uruguay no supera el 15% de las ventas, de modo que tampoco se cumpliría en nuestro país, felizmente, la proyección del “Atlas del tabaco”, una publicación de la Sociedad Americana del Cáncer que, entre otras cosas, proyecta para la década 2010-2020 un aumento de los fumadores en el mundo, por lo que en este caso Uruguay se ha convertido en una mosca blanca a nivel global.
Basándose en esta investigación, las empresas tabacaleras aseguran que “las leyes antitabaco no disminuyen el número de fumadores” y que “el aumento de impuestos a los cigarrillos estimula al contrabando”. El “Atlas del tabaco” también sostiene que en los próximos años el contrabando de cigarrillos sobrepasará las ventas legales y que la industria del tabaco continuará consolidándose y creciendo.
Uruguay es sede desde este lunes del Encuentro de Cooperación Sur-Sur y Triangular sobre Control de Tabaco, en el contexto de la Convención Marco sobre Control de Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en ese marco, Abascal expuso datos relevantes y sobre todo comparativos respecto a la situación que se daba antes y después de la aprobación de la ley que prohíbe la publicidad y el consumo de tabaco en lugares públicos cerrados.
Durante su participación en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Tabaré Vázquez puso énfasis en el combate a las tabacaleras, a quienes acusó de no tener “prurito de matar a sus propios clientes” con tal de generar riquezas, y recordó que Philip Morris “ha hecho una demanda internacional contra Uruguay por aplicar el marco de control de tabaquismo de la Organización Mundial de la Salud” y consideró que ese movimiento busca probablemente “que otros países del mundo no sigan el camino” que ha tomado el nuestro para luchar contra el tabaco. “El cáncer cuesta anualmente en Latinoamérica unos 4.500 millones de dólares", sostuvo el Dr. Tabaré Vázquez ante la Asamblea General de la ONU.
El mandatario --que dedicó gran parte de su discurso a la salud--- puso énfasis en los costos que tienen para Latinoamérica el combate del cáncer. “Se estima que el cáncer cuesta anualmente en Latinoamérica unos 4.500 millones de dólares por conceptos de costos directos, consultas, internación, cuidados, pérdida de jornadas laborales y productividad. ¿Cuánto de este dinero podría ser evitado en aplicarlo en el tratamiento de estas enfermedades y destinarlos a políticas sociales para nuestros habitantes?”, expresó.
Para el mandatario, “es posible controlar el mercado (del tabaco) sin el pragmatismo proteccionista, respetando el derecho de las personas”. En ese sentido, destacó que Uruguay “es líder en la instrumentación del control del acuerdo macro contra el tabaquismo”, aunque manifestó que “ningún logro se puede hacer en soledad” y pidió la ayuda de todos los gobiernos del mundo.
Es que debe tenerse presente que en cuanto al consumo del tabaco en lugares públicos estamos ante un conflicto de intereses: el derecho del fumador a consumir, más allá del perjuicio que se autoinflige, y el derecho de quienes lo rodean a respirar aire puro y libre de elementos contaminantes directos como provoca quien fuma a pocos pasos.
En este conflicto, por sentido común y principio elemental de justicia, debe restringirse al agresor, que es el fumador, por más que se lo vincule al consumo con un hábito socialmente aceptado, aunque cada vez menos, felizmente.
El éxito de la norma antitabaco en Uruguay ha sido un logro del que legítimamente puede sentirse orgulloso el presidente Tabaré Vázquez, porque significa posibilidades de mejor salud para miles de sus compatriotas que estaban sometidos a las consecuencias del impacto del humo y sus consecuentes molestias por consumo de tabaco en lugares cerrados, pero también porque quiérase o no, desde un país pequeño como Uruguay, con muy escasas oportunidades de trascender internacionalmente, surgieron pautas para que en otros países se aprobaran leyes muy restrictivas para el tabaquismo y se hayan logrado avances sustanciales contra este flagelo a mundial.
Pero sobre todo, de lo que se trata es de que como en ningún otro caso, seguramente, pese a la idiosincrasia latina de nuestro país, se ha logrado un gran consenso y vigilancia social respecto al cumplimiento de la ley --siempre hay excepciones y rebeldías-- que da la pauta de que se está por el buen camino, que es preciso perseverar y seguir concientizando tanto a la población en general como a niños y adolescentes desde los propios institutos de enseñanza y en todo ámbito social, porque la batalla nunca está ganada del todo y se debe seguir librando día a día.


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