Paysandú, Lunes 12 de Octubre de 2015
Opinion | 08 Oct Sin mayor repercusión en nuestro país e incluso en la región, por lo menos a nivel oficial, tuvo lugar un acontecimiento que seguramente marcará un mojón en el escenario comercial mundial, al concretarse el ambicioso acuerdo de 12 países con costas al Pacífico, que representan la tercera parte del comercio mundial.
Y precisamente se trata de un evento que en una evaluación objetiva da la pauta de que mientras otros avanzan, en la región seguimos estancados, lo que quiere decir que nos vamos retrasando respecto al mundo por la incapacidad de abrirnos.
Asimismo, mal que nos pese, se confirma una marginación del Uruguay con relación a las alianzas que suscriben quienes en esencia son nuestros grandes competidores en el comercio mundial en nuestros productos de base agropecuaria, porque los acuerdos que se van sucediendo mejoran la posición de algunos de competidores directos como Australia y Nueva Zelanda, que tienen la posibilidad de ingresar con ventajas a países en los que Uruguay tiene importantes mercados, y donde las ofertas de precios hacen la diferencia.
Ello torna más urgente la necesidad de que el Mercosur avance en las negociaciones y concrete de una buena vez el tratado de libre comercio con la Unión Europea. Observadores internacionales coinciden en señalar que ya nada será igual en el comercio internacional tras el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) que entre otros países involucra a la primera economía del mundo, Estados Unidos, y a la tercera, Japón.
El asesor del canciller Rodolfo Nin Novoa, el economista Carlos Pérez del Castillo, al evaluar este acuerdo consideró que “es un tratado muy importante al que tenemos que estar muy atentos porque es otro paso de nuestros competidores”, y destacó que el acuerdo es de gran ambición porque abarca todo el universo arancelario, abate barreras no arancelarias y comprende los servicios, las inversiones, la propiedad intelectual y las compras públicas”.
Al igual que el TISA (acuerdo de liberalización del comercio de servicios del que Uruguay decidió no participar), el TPP fue impulsado ante la paralización de las conversaciones multilaterales de la OMC (Organización mundial de Comercio), señaló Pérez del Castillo a El País.
A su vez Marcos Soto, de la consultora Price Waterhouse, evaluó que el acuerdo TPP debería ser visto “con preocupación en Uruguay, que sigue maniatado por el Mercosur, que nos ata pero no nos compra”, y advirtió que competidores de Uruguay como Australia y Nueva Zelanda, que también son importantes productores de lana y lácteos, ya tienen acuerdos comerciales con China y ahora integrarán el TPP. Comentó que el TPP “es un hito” que quizás provoque un sacudón a la OMC. Hay claras coincidencias en las evaluaciones en el sentido de que la abierta incapacidad del Mercosur de funcionar internamente y como bloque para concretar acuerdos con organizaciones similares de otras partes del mundo, es un factor limitante sobre todo para países como Uruguay, que necesitan abrirse dada la estrechez de su mercado interno, pero a la vez se requiere ser eficientes para poder competir, y lamentablemente, estos dos últimos aspectos están notoriamente en el debe.
Precisamente Soto pone el dedo en la llaga cuando sostiene que “la inserción internacional no es un proceso de corto plazo. Ahora Uruguay tiene que dar una discusión integral sobre qué va a hacer. Lo peor que puede pasar es la inactividad. Uruguay no tiene productos diferenciados. Produce lo que produce el mundo y precisa del mundo porque no es autosuficiente. Nuestra carne es buena pero no es la única carne buena. Pensamos que el Mercosur era el vehículo para insertarnos pero resultó un ‘fitito’ de los años 50. Está mal institucionalmente y no crea las condiciones para que haya más comercio”.
Precisamente una posible consecuencia de los acuerdos de libre comercio de los que estamos excluidos sería una caída en nuestras exportaciones de carnes, y lo mismo pasaría con Brasil, sobre todo a partir de la alianza Transpacífico. Pero además, ante la falta de acuerdos comerciales, Uruguay podría buscar con mayor énfasis el mercado de China, que hoy ya es el principal destino de sus exportaciones, y ello sería negativo porque va contra la necesaria diversificación de sus mercados.
Claro, Uruguay no llega siquiera a peón en el tablero de ajedrez del comercio mundial, y es así que no solo somos tomadores de precios, sino de situaciones y de los grandes acuerdos que integren otros, para satisfacer sus intereses.
Por ejemplo, el excanciller Didier Opertti expuso que Estados Unidos y otros países están impulsando acuerdos como el TISA y el TPP ante la falta de avances en la OMC y la necesidad de contrarrestar la influencia de China (el principal exportador de bienes del mundo) “porque Occidente no quiere perder pie”. Y una consecuencia indirecta para Uruguay puede ser “una mayor dependencia del Este asiático”, opinó. Eso, a su juicio, no sería bueno porque se debe tener en cuenta no la balanza comercial coyuntural sino la necesidad de la inserción con los países que son vanguardia en materia científica y tecnológica.
Ante esta sucesión de acuerdos, de búsqueda de acentuar el comercio en base a preferencias y complementación, es exasperante la inacción que se percibe en nuestra región y el Mercosur, que no ha concretado acuerdos con ningún bloque.
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