Paysandú, Miércoles 14 de Octubre de 2015
Opinion | 07 Oct Cuando el 19 de junio de 2014 a bordo del cohete DNEPR desde la base Yasny, en Rusia fue lanzado el “cubesat” Antel-Sat, oficialmente nuestro país ingresó --a su tiempo-- a la era espacial, con un emprendimiento científico y académico de Antel en conjunto con la Facultad de Ingeniería. El principal objetivo fue desarrollar nuevas capacidades tecnológicas que beneficiarán a la industria local y a la sociedad en su conjunto.
Los satélites cubo (“cubesats”) de 10 centímetros de lado, equipados con todo tipo de sensores, son de bajo presupuesto y permiten que pequeñas naciones se involucren en ensayos espaciales, capaciten a sus científicos y hagan el camino antes reservado solamente a las principales naciones.
El proyecto costó 1,5 millones de dólares, aunque el estimado inicial había sido de 695.000 dólares, e involucró a más de 60 ingenieros y otros especialistas en electrónica, telecomunicaciones, informática, energía y diseño mecánico. Durante diez meses en órbita transmitió --hasta el 18 de abril pasado-- 480.000 medidas y datos individuales, además de 60 imágenes tomadas por sus cámaras. Los investigadores están dedicados ahora al análisis de estos datos. Antel-Sat contaba con dos cámaras, una que sacaba fotos a color y otra infrarroja. Esta última podía medir la altura y tipos de nubes, la temperatura terrestre y del agua. Combinadas, las cámaras hacían posible la detección y el estudio de tormentas o ciclones tropicales, por ejemplo.
En esos días, en plena Semana Mundial del Espacio, según las Naciones Unidas, conviene recordar la incipiente presencia uruguaya en el espacio, porque más allá de las dificultades, del bajo presupuesto y de la inexperiencia de los científicos, es clave para cualquier país tener satélites propios en el espacio. Ya sea para telecomunicaciones o para adelantar la situación atmosférica y los cambios que se verificarán a corto y mediano plazo en las condiciones del tiempo.
Este año el lema de la semana es “Descubrir” porque nunca como en los últimos años, se pudo acceder a nuevos conocimientos en el espacio exterior. El reciente anuncio de que hay agua en Marte es un claro ejemplo. Uruguay no puede tener entre sus objetivos desarrollar una política espacial dedicada al descubrimiento, pero a través de los “cubesats” o similares sí puede aspirar a hacer un uso racional de sus posibilidades. Estos pequeños cuerpos enviados al espacio permiten recoger una gran cantidad de información. Hay que definir las prioridades y usarlas en beneficio del país, sin desconocer que una industria de este tipo brindará trabajo y capacitación a una amplia gama de nuevos profesionales.
Las fechas de la Semana Mundial se eligieron teniendo presente que el 4 de octubre de 1957 se lanzó al espacio el primer satélite artificial de la Tierra, el Sputnik, lo que abrió el camino para la exploración del espacio, y que el 10 de octubre de 1967 entró en vigor el tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio, incluso la Luna y otros cuerpos celestes.
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