Paysandú, Domingo 18 de Octubre de 2015
Opinion | 16 Oct En las últimas horas el canciller Rodolfo Nin Novoa compareció en el senado para responder a una interpelación promovida por el senador colorado Pedro Bordaberry, a propósito de la decisión del Poder Ejecutivo de no participar en las deliberaciones por el TISA, acuerdo internacional sobre servicios, lo que según había trascendido respondía a una decisión de la fuerza política contra la posición del Poder Ejecutivo y el propio ministro de Relaciones Exteriores.
No fue una interpelación como tantas que se han desarrollado en nuestro Parlamento, alguna muy bien fundadas, otras no tanto, otras veces buscando efectos políticos y en las que tradicionalmente, sobre todo a partir de la irrupción de la izquierda en el poder, se pone de relieve una defensa monolítica del partido de gobierno hacia la gestión del interpelado.
El punto es que Nin Novoa fue llevado a rechazar que el país participe en esta negociación del TISA a instancia del Frente Amplio, a pesar de que el presidente Tabaré Vázquez, el ministro de Economía, Danilo Astori, y el propio Nin Novoa querían sumarse a las negociaciones en la búsqueda de este acuerdo de liberalización del comercio de los servicios.
En casi nueve horas de interpelación, Nin Novoa debió responder a 28 preguntas elaboradas por Bordaberry a partir de advertencias que habían hecho senadores del gobierno sobre el TISA.
“Esta es una interpelación atípica, la oposición está de acuerdo conmigo y quiere que me vaya”, dijo el canciller, que en las semanas previas había lanzado en forma irónica: “me van a interpelar los que piensan igual que yo”.
Por supuesto, por mayor habilidad dialéctica que pudiera poner de manifiesto el secretario de Estado, cuando uno tiene una posición determinada es muy difícil esconderla, nada menos que ante hábiles adversarios políticos, que en esencia además coinciden con lo que piensa el canciller. La interpelación comenzó con una firme intervención del interpelado que procuraba cerrar filas con el Frente Amplio, pero con el paso de las horas las diferencias con la mayoría de los sectores de la coalición de gobierno fueron apareciendo naturalmente y resultó imposible disimularlas.
Nin Novoa sostuvo en determinado momento que “es irrelevante la opinión de quien habla, porque nuestra opinión fue ampliamente difundida y es inconducente reiterarla hoy. A lo largo de mi carrera me ha tocado impulsar conceptos que no sean después los sostenidos por mi fuerza política y no debe verse en ello nada patológico o traumático en el hecho de quedar en minoría. Eso es la esencia misma y la normalidad de la democracia”.
Nin Novoa llegó a preguntar por qué es “cuestionable” la decisión del presidente Vázquez de pedirle opinión a su fuerza política. “¿No es prueba de una sociedad democrática eso?”, preguntó, y evaluó que es “saludable” y “legítima” la consulta al Plenario del Frente Amplio. “La decisión de salir del TISA fue adoptada por el gobierno atendiendo a una representación de un órgano, como lo es el Plenario, que fue elegido por 140.000 afiliados”, acotó.
Al responder Nin a las interrogantes contestó “negativo” la pregunta acerca de si la no presencia de Brasil y China en el TISA constituyó un obstáculo para que Uruguay participara. Sobre los acuerdos de libre comercio, dejó en claro que su posición es la de “vincularse a las grandes corrientes de comercio del mundo. El 50% del comercio se desarrolla a través de tratados de libre comercio”.
“Los TLC no son ni buenos ni malos por sí solos, hay que analizarlos y lo que no deberíamos es negarnos a participar de ellos”, aclaró.
El canciller negó asimismo que existiera “secretismo” en torno al TISA como señalaron algunos sectores del Frente Amplio. “Las negociaciones son reservadas, pero no secretas”, explicó, y sostuvo que efectivamente reconoció ante un grupo de empresarios que la salida de Uruguay del TISA sería un “papelón”.
Pero seguramente el aspecto más llamativo de la interpelación fue el anuncio del interpelante de una hipotética moción de apoyo al canciller y a la política de celebrar tratados de libre comercio y del TPP. “Vaya que sería importante para el canciller que se fuera hoy del Parlamento con el apoyo de todos los partidos políticos. Estoy seguro que el oficialismo acompañaría”, aseguró Bordaberry, en tanto Nin Novoa reconoció que se equivocó cuando dijo desconocer los argumentos por los que el Frente pidió el retiro del TISA. “En realidad conozco los fundamentos, los tengo acá. Lo que no los comprendo y no los comparto”, admitió, y se dedicó a leer algunos de los argumentos que figuraban en declaraciones de diferentes sectores de la coalición de gobierno.
De los elementos expuestos, y algunos más que signaron el discurrir de la instancia parlamentaria, surge claramente que nada menos que el presidente de la República, el ministro de Relaciones Exteriores y el ministro de Economía y Finanzas consideran de vital importancia participar en la discusión por el TISA --discutir es participar, saber de qué se trata y eventualmente lograr que se contemplen algunos planteos-- porque el sector servicios es de particular importancia para el país.
Pero el Uruguay hoy está gobernado no por Tabaré Vázquez, ni siquiera el Frente Amplio, sino por el Plenario del Frente Amplio, donde dominan las “bases” que están en control de los radicales. Es así que la política internacional del país está a merced de la opinión de una ínfima minoría de extrema izquierda, que por supuesto jamás va a aceptar integración alguna en donde el “imperialismo” pueda tan solo figurar.
Se llegó así a la paradoja de que el interpelado, el interpelante y la oposición están de acuerdo con el primero, pero a su vez la fuerza de gobierno, que no está de acuerdo en este tema, lo respalda en la votación, por disciplina partidaria, aunque no hubo cuestionamientos de los interpelantes.
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