Paysandú, Lunes 19 de Octubre de 2015
Opinion | 12 Oct En tiempos en que el ciudadano consume y produce información, se ha buscado –y encontrado-- la manera para su difusión con la inmediatez que exige la vorágine de llegar primero, aparecer antes y con mayor asiduidad. Mostrarse y promoverse sin medir sus consecuencias, demuestra una incontinencia colectiva y ausencia de reflexión o tratamiento exhaustivo y en profundidad de un tema en cuestión, aún cuando se trate de un asunto de importancia comunitaria.
Las denominadas “redes sociales” ha servido para demostrar las luces y sombras existentes en una sociedad que, en ocasiones, demuestra apatía por algunos temas que no logra comprender en su real dimensión y en otras, reclama la cabeza y su exposición a las multitudes, igual que en los circos de la Roma Imperial.
Durante décadas nos acostumbramos a las polémicas con altura, cuando una clase política podía alardear de su elevado nivel cultural con enormes liderazgos y los medios de comunicación debían aguardar hasta el día siguiente –una vez evaluados y meditados los hechos ocurridos-- para obtener un comunicado de prensa que se transformaba en la última palabra de un colectivo político.
Ahora ocurre lo contrario y un mensaje enviado por un edil minutos antes de la resolución del tratamiento de un tema bajo una sesión secreta, pareció que vulneró la resolución de un cuerpo entero, y lo mismo hace un partido político, cuando emite un comunicado en repudio a situaciones de violencia desde el recinto de la Junta Departamental, en tiempo tan real que parece redactado con anterioridad a los hechos denunciados.
Y otro tanto ocurre en las cámaras de diputados y senadores, desde donde se actúa con liviandad y sin aportar un mayor razonamiento, con tal de llegar lo antes posible al votante.
Es tal la ansiedad y se encuentran tan desesperados por el “me gusta”, antes que cerrar un debate y arribar a una solución al problema, en tanto han sido votados precisamente para eso.
En definitiva, los miles de seguidores que pueda tener una página no son nadie y la prueba está en la escasa o nula respuesta que han tenido las convocatorias a determinados eventos a nivel local.
En algún momento despertaremos de este adormecimiento para entender que el mundo virtual no aporta soluciones al mundo real y aunque se trate de un signo de estos tiempos, se confirma una dependencia tal, que ya cuesta el razonamiento y cualquier apreciación se dará por válida, sin mayor confirmación.
En el apuro por salir, no existe el juicio de valor ni el análisis pormenorizado, sino que el “vale todo” ha transformado una excelente herramienta en peligrosa arma.
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