Paysandú, Lunes 19 de Octubre de 2015
Opinion | 13 Oct Según el periodista y analista político internacional Andrés Oppenheimer, América Latina es la región que más rápidamente envejece en el mundo, lo que no quita que haya continentes como Europa, sin olvidar a Japón, entre otros países en que la tendencia etaria ha avanzado más rápidamente, debido a una baja tasa de nacimientos y la contrapartida de una mayor expectativa de vida.
En este sentido, el analista subraya en artículo en El País que “cuando los jóvenes me preguntan cuáles serán los trabajos del futuro, mi respuesta --contrariamente a los actuales dictados de la industria del marketing-- es muy simple: cualquier actividad relacionada con las personas mayores”.
Se apoya Oppenheimer en un nuevo informe dado a conocer el 1º de octubre por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el que confirma que la población mundial está envejeciendo cada vez más rápidamente. “La gente tiene menos hijos, la mortandad infantil se ha reducido drásticamente, y las personas en todo el mundo viven cada vez más”, a la vez de subrayar que a nivel mundial, el número de personas mayores de 60 años se duplicará para el año 2050. “En América Latina, la población mayor de 60 años aumentará aún más rápidamente: se duplicará para el año 2025, según el estudio de la OMS”, reflexiona.
El trabajo Informe Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud, dice que mientras había 50 millones de personas mayores de 60 años en América Latina y el Caribe en el 2006, la cifra aumentará a 100 millones en 2025.
“‘América Latina es una de las regiones del mundo que está envejeciendo más rápidamente’, me dijo el otro día Enrique Vega, experto de la Organización Panamericana de la Salud, la oficina regional de la OMS”, trae a colación Oppenheimer, quien acota que Cuba, donde hay más muertes que nacimientos, será uno de los 10 países del mundo con la población más vieja en el 2050, según cifras de Naciones Unidas, y su población de mayores de 60 años crecerá del 7 por ciento en 1950 al 34 por ciento en el 2050.
Evaluó que datos provenientes de otros países de la región permiten vaticinar que esta revolución demográfica hará que muy pronto América Latina tenga el mismo problema que los países europeos: muy pocos trabajadores jóvenes para mantener a demasiados jubilados, pero además permite aventurar que habrá cambios en el perfil de la demanda de empleos, porque debería haber más instituciones --dotadas de innovaciones tecnológicas-- y puestos de trabajo vinculados con actividades, necesidades y atención de la población adulta mayor, además de la exigencia de aportes a los organismos previsionales y de salud, con vistas a una mejor calidad de vida de los destinatarios, entre otros desafíos.
En una perspectiva de mediano y largo plazo, cambiarán perfiles de industrias, que van a orientarse desde el turismo médico hasta la arquitectura y el diseño de casas para gente mayor, con nuevos materiales, como pisos no resbaladizos, sobre todo en los países desarrollados, porque como es sabido, en los emergentes y subdesarrollados, con variantes, se hace apenas aquello para lo que alcanza el dinero disponible, siempre insuficiente.
Incluso la visión empresarial de encaminar su oferta preferencial hacia los jóvenes podrían cambiar, porque en términos de mercado, al cambiar la pirámide etaria, determinados diseños y ofertas podrían tender hacia una simplificación, visualización y uso de elementos de entretenimiento e informáticos, para que puedan ser utilizados sin tantas dificultados por los adultos mayores.
“En Estados Unidos, los mayores de 55 controlarán el 70 por ciento de todo el ingreso disponible en 2017”, dice el informe de la OMS. “En Francia, los mayores de 55 serán responsables de dos tercios de todo el aumento del consumo entre 2015 y 2030”, considera Oppenheimer en el marco de esta tendencia demográfica.
Este análisis que pone énfasis en un mercadeo en ciernes, en realidad no es el único elemento en danza ni mucho menos en esta problemática, que involucra aspectos inherentes a la sustentabilidad de los sistemas previsionales a partir de necesidades de financiación y de conjugar mayor longevidad con calidad de vida en esos años adicionales, lo que implica que los sectores en actividad, la generación de riqueza, debe volcar una mayor cuota parte a este destino.
Traemos a colación en este contexto la opinión del abogado y experto en temas previsionales chileno Guillermo Arthur, quien afirma que hace años la edad de jubilación debió haberse aumentado en América Latina.
El licenciado en derecho en la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile, quien preside la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones, evaluó, usando el ejemplo de Chile --pero que está aún más acentuado en Uruguay-- que “un hombre que se jubila a los 65 años tiene una expectativa de vida de 21 años más y una mujer que se jubila a los 60 tiene una expectativa de vida de 30 años más”, lo que representa un 40% por encima de lo que tenían en 1980.
Cuando además de sostener a los que han aportado al sistema de previsión durante toda su vida laboral, se agregan políticas que apuntan a mitigar los efectos de la pobreza durante la vejez, sea trabajador, haya ahorrado o no, significa que hay que dar pensión a una persona que no ahorró, en lo que se denomina pensiones no contributivas.
Por lo tanto, aparece aquí el factor de financiar un primer pilar no contributivo, que se paga con impuestos, destinado a quienes no cotizaron durante su vida activa o quienes lo hicieron por muy poco tiempo.
Y con menos trabajadores y con más personas en la tercera edad, la ecuación cambia sustancialmente, con sistemas de solidaridad y reparto que comienzan a hacer agua por falta de recursos.
En el Uruguay, este proceso está incluso más acentuado en el resto de América Latina, con excepción de Cuba y en menor medida Argentina, lo que da la pauta de que los retos se van a presentar antes --ya lo están haciendo, en alguna medida-- y lo que no hay por ahora son planteos contundentes desde el sistema político que indiquen que se tiene claro el rumbo de lo que se va a hacer, simplemente porque las urgencias del presente y el futuro inmediato ocupan toda la atención y los desvelos.
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