Paysandú, Miércoles 21 de Octubre de 2015
Opinion | 15 Oct La celebración oficial del Día Mundial de la Alimentación, mañana viernes, en la Expo de Milán de 2015 promete ser uno de los más importantes acontecimientos de la Exposición Universal. La FAO encabeza estas actividades y ha destacado que esta celebración se realiza poco después de la Cumbre de setiembre de 2015 y antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y brindará una oportunidad única para enviar una señal enérgica a los jóvenes sobre la agenda para el desarrollo sostenible hasta 2030 y para motivarles acerca del desafío de erradicar el hambre y la pobreza de forma definitiva a lo largo de los próximos 15 años.
No obstante, para que los jóvenes de hoy, considerados por la FAO como “la Generación del Hambre Cero”, es vital viabilizar la mejora de la productividad de los sistemas agrícolas y de producción de alimentos. En particular, es necesario un enfoque de sostenibilidad, siendo éste el principio motor de la transformación deseada.
En un contexto de crecimiento de la población mundial, del agotamiento de recursos y amenazas de naturaleza climáticas y humanas para la producción de alimentos y la satisfacción de las demanda de éstos por parte de las personas, el desafío del futuro parece inmenso. Se necesitarán nuevos aumentos de productividad para garantizar un suministro suficiente de alimentos y otros productos agrícolas y, al mismo tiempo, se deberá limitar la expansión de la tierra agrícola y desarrollar acciones directas para la conservación, protección y mejora de los recursos naturales.
Sin ninguna duda, América Latina es la gran reserva alimenticia del mundo. Nuestro país, aunque con escaso territorio, tiene una posición privilegiada para la producción de alimentos y la introducción de tecnología innovadora --como la trazabilidad de la carne-- nos posiciona en un buen lugar para la continuidad de la producción agrícola ganadera. Es necesario no obstante, ser cuidadosos de nuestros recursos naturales puesto que de éstos depende la producción agrícola y de alimentos. En este sentido, es necesario reducir los impactos negativos y la sostenibilidad de los mismos. Esto es sumamente relevante si consideramos que el modelo de intensificación agrícola más difundido supone el uso intensivo de insumos agrícolas, como agua, fertilizantes y plaguicidas con la consiguiente contaminación de las aguas y la destrucción de los hábitats de agua dulce y de las propiedades del suelo.
En definitiva, la responsabilidad y eficacia en el uso de los recursos es crucial para la sostenibilidad de la agricultura, al igual que la necesidad de contar con empleo decente y seguro para las personas que habitan el medio rural y son el motor de la producción primaria de alimentos.
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