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Paysandú, Domingo 25 de Octubre de 2015

El valor de disentir

Opinion | 25 Oct El director Nacional de Educación, Juan Pedro Mir, destituido de su cargo por la ministra de Educación, María Julia Muñoz, criticó en un plenario del sector Frente Líber Seregni que “en la interna sindical pusimos a Joselo López, un expachequista de Flores” y reclamó “un debate de izquierda para saber qué es la izquierda, porque hay un debate muy fachista que es pensar que las palabras per se lo explican. Aunque soy de izquierda --y lo digo bajito para que no me peguen-- muchas veces me siento más representado por gente que no es de izquierda, que por mis compañeros”.
Seguidamente se refirió al último conflicto ocurrido en la educación, a raíz de las decisiones adoptadas por el Poder Ejecutivo. “La voz de más de 2.500 maestros enardecidos en una asamblea, nos dice algo. Nunca se habían logrado las multitudinarias asambleas que logró la esencialidad. Nunca lo habían logrado. Entonces yo tengo dos opciones: una es que me enojo y digo que acá está el eje del mal y los maestros junto a los profesores son todos malos y vamos a combatirlos, o vuelvo a la vieja historia de reconocerlo”.
Mir, de profesión maestro de Primaria, que se ha desempeñado como docente en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, habló claro frente a sus correligionarios. “Hoy es muy difícil para todas las profesiones, pero más para aquellas que están en contacto con una sociedad partida y sin núcleos culturales, estar en la primera línea de fuego. Tanto los profesores, como los maestros o los médicos o los policías, sufren directamente el síndrome del quemado. Y así no es posible construir un discurso político de izquierda. No hay nada más de izquierda que articular una transformación educativa real y estamos muy lejos. Sin entrar en detalles, y lo digo bajito, más que un cambio de ADN se hará una transfusión porque no están dadas las condiciones políticas en el gobierno para generar eso”, dijo Mir.
Tanto en las redes sociales como en declaraciones públicas, cualquier referente de izquierda ha dicho hasta el cansancio que las diferencias y los desacuerdos se plantean en la interna. Mir lo hizo con sinceridad, pero no alcanzó y debió salir por la puerta de atrás para no traicionarse.
Las manifestaciones del exjerarca no se realizaron para ningún “medio de derecha con información sesgada”, sino en los órganos partidarios habilitados a los acuerdos o inconformidades políticas que son de orden en una verdadera democracia.
No hace falta traicionar la inteligencia de nadie para descubrir que no están dadas las condiciones políticas que permitan un cambio en “el ADN de la educación”, tal como lo planteó Vázquez durante la campaña electoral.
Pero tampoco están dadas las condiciones para disentir, porque con ello --más allá de la emoción de Muñoz en la despedida a Mir-- se juegan los cargos y fundamentalmente los discursos tribuneros.


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