Paysandú, Lunes 26 de Octubre de 2015
Opinion | 19 Oct Hoy es el Día mundial de lucha contra el cáncer de mama y en las últimas jornadas se ha puesto sobre titulares la enfermedad con mayor índice de mortalidad entre las mujeres. En estos días, se recuerda que en Uruguay se diagnostican 2.200 casos, fallecen más de 600 mujeres por año y una de cada 10 podría tener la enfermedad a lo largo de su vida; pero también es necesario llevar un mensaje de esperanza y responsabilidad que trascienda a la labor científica para transformarse en un apoyo comunitario.
Esta patología oncológica permitió profundizar las investigaciones existentes hasta lograr las transformaciones necesarias y avances en prevención, diagnóstico y tratamiento. Pero todo parece poco cuando la enfermedad toca una puerta donde no existe preparación previa y se desajustan los tiempos personales, familiares y psicológicos de un entorno cultural que aprendió a partir del miedo.
Es posible corregir esas cifras negativas y –de hecho-- han comenzado a descender, basadas en el diagnóstico precoz y la conciencia en la prevención, además de las intensas campañas que estimularon a una conducta responsable de las mujeres. Es necesario comprender que una patología de estas características, asistida a tiempo, se transforma en un asunto de tratamiento crónico y no mortal, donde el 70% de los casos mueren por otras enfermedades. No obstante, para crear un convencimiento masivo, restan algunas campañas y la palabra de sobrevivientes que enfrentaron el problema de pie y sin demoras.
Somos, en Paysandú o Mama Mía, en Montevideo, han comenzado con esa tarea. El caso local es de reciente formación, pero desde hace un año una docena de mujeres se reúne en el salón parroquial de la Basílica los primeros y terceros miércoles de cada mes, para llevar ese mensaje esperanzador. El pasado fin de semana se sumaron otras y otros en una caminata “Por la vida” para avanzar y derribar mitos, barreras e impulsar una lucha que, como logramos apreciar, es de muchas.
Es un punto de partida que insta al movimiento y promueve actividades físicas o sociales de agrupamiento que ayudarán a cortar con un pensamiento que ocupa el día a quien lo padece y será un anclaje para otras perspectivas. Los cambios, que son comunes a todos, llevarán también una enseñanza implícita y aunque nada puede volver a ser igual, recuperar la normalidad es un desafío en sí mismo.
Hay una diversidad de historias de vida en cada una de estas mujeres y cada una tiene algo para enseñar. Pero debe hacerlo hoy. Ese es su compromiso, quizá mañana sea tarde.
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