Paysandú, Domingo 01 de Noviembre de 2015
Opinion | 26 Oct Más allá del proceso de globalización de la economía que se ha registrado en las últimas décadas, en el que se han derribado distancias, mitos e ideologías, desde que naturalmente priman los intereses de cada nación o de bloque, se están dando coyunturas en las que surgen alternativas u opciones para países como Uruguay, altamente vulnerable en su economía por su tamaño pero además por condicionamientos internos y dependencias. Es que en estos procesos también surge la necesidad de adoptar decisiones a partir de ver las cosas en perspectiva, identificar tendencias y muchas veces optar entre lo menos malo o riesgoso, por más tentador que aparezca a primera vista.
En este contexto, en el primer milenio se ha generado una dinámica muy especial en las denominadas economías emergentes, como ha sido el clásico ejemplo de China y Brasil, el primero a nivel mundial y el segundo como locomotora regional, cada una con sus fortalezas y debilidades.
En el caso uruguayo, hemos estado dependiendo en gran medida de ambas, por cuanto estamos colocando productos primarios en el gigante asiático, que junto con Brasil está entre nuestros primeros socios comerciales, y en su momento el expresidente José Mujica subrayó que la alternativa natural para Uruguay era “subirse al estribo de Brasil”, como una forma de afianzarse en la región y el mundo, a la vez de despegarnos en alguna medida de la siempre imprevisible Argentina, que nos compra poco y nada y surge cada tanto con decisiones proteccionistas que nos perjudican.
Pues, como todos sabemos, el derrumbe brasileño nos ha dejado sin estribo y sin caballo, lo que da la pauta de que la apuesta de Mujica se desplomó en menos de lo que canta un gallo, y nos hemos quedado en un bloque inactivo, sin alternativas en lo interno y encima sin que haya siquiera concretado acuerdos con ningún otro bloque, cuando hay más de un centenar de acuerdos comerciales en el mundo.
Esos elementos vienen a cuento ante el análisis que en torno a nuestra región formula el economista jefe del Banco Mundial (BM), Augusto de la Torre, quien subrayó que hoy la región latinoamericana “se ha bifurcado”, con México y Centroamérica aprovechando el repunte de Estados Unidos y Sudamérica lastrada por el enlentecimiento de China, por lo que expresó su “temor” de que el actual frenazo siga en 2016.
“Centroamérica, México y el Caribe están siguiendo la recuperación de la economía de Estados Unidos. Y Sudamérica está sufriendo la desaceleración de China. La región se ha bifurcado. Estados Unidos empujando hacia arriba y China hacia abajo”, explicó De la Torre en una conferencia sobre las perspectivas latinoamericanas. Precisamente las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), presentadas a comienzos de octubre en Lima, sitúan a América Latina en una recesión del 0,3% para este año y un leve repunte del 0,8% para el próximo.
De la Torre, además, se mostró más cauto ante el futuro próximo de la economía latinoamericana en un contexto de creciente volatilidad. “Tengo el temor de que el próximo año sea también de cero o muy bajo crecimiento. Todavía queda mucha tela que cortar, y no creo que los países hayan tocado fondo, solo Chile”, sostuvo.
Algo menos drásticos fueron José Juan Ruiz, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y Robert Rennhack, subdirector del Departamento de América del FMI, en una conferencia celebrada en el centro de estudios Brookings de Washington. Ruiz se mostró más optimista y destacó los logros alcanzados en América Latina en los últimos años en materia de inclusión social y reducción de las desigualdades.
“América Latina está estancada en un mundo que no crece. Ya no somos singulares, tenemos problemas similares a los del resto del mundo, algo que antes no ocurría”, indicó el economista jefe del BID. Ambos coincidieron en la importancia de aumentar la integración comercial regional y desarrollar la fortaleza institucional, con el objetivo de consolidar los progresos registrados y evolucionar hacia un modelo económico más diversificado y menos dependiente de las materias primas.
Ahora, por encima de coyunturas --y esto es lo que importa--, el representante del FMI remarcó que es fundamental reconocer que “el cambio en el contexto externo global es permanente”, por lo que la región latinoamericana “debe adaptarse”. En este sentido, apuntó que varios países se encuentran en una mejor posición dada su estabilidad macroeconómica, al citar a Perú, Chile, México o Colombia, que cuentan con tasas de crecimiento superiores al 2%.
Otros como Argentina, añadió, deberán encarar un ajuste el próximo año, mientras Brasil enfrenta una compleja situación política, que ha situado en recesión a la primera economía regional. Situación aparte es la de Venezuela, que Rennhack calificó de “muy complicada”, para la que el FMI prevé una contracción económica del 10% este año y una inflación de más del 160%. Es decir que entre la estabilidad de Chile, Perú, México y Colombia, en el otro extremo se cuentan los países que han desarrollado políticas a contramano del sentido común, netamente populistas y sin sustentabilidad, como Venezuela y Argentina.
Con China enlentecida y Brasil en crisis, sin duda Uruguay debe apostar a la diversificación y con suerte, lograr que algún día se concrete el acuerdo que están negociando desde hace 20 años el Mercosur y la Unión Europea, mientras nuestros competidores en el mercado internacional siguen sumando acuerdos preferenciales, como es el caso de Australia con China, entre otros. También se gesta la Alianza del Pacífico, en la que competidores logran precios preferenciales con las naciones asiáticas.
Ello indica que mientras hemos perdido competitividad, en el mundo se afianzan los bloques y los acuerdos que nos dejan afuera de los mercados.
Es, por lo tanto, una opción de hierro el asomarnos al mundo libre de prejuicios y buscar insertarnos en estos esquemas preferenciales, que naturalmente son de ida y vuelta, para no seguir apostando a estribos que hoy están y mañana no, y que tampoco van a ser la gran solución --que no la hay--, aunque sí se impone el ir diversificando mercados y apoyarnos en más de una locomotora para no quedar en la vía.
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