Paysandú, Lunes 02 de Noviembre de 2015
Opinion | 30 Oct La pequeñez y la apertura constituyen características distintivas de nuestro país, lo que a su vez es evaluado en reciente informe del Banco Mundial (BM) como dos valores que el país ha logrado hacer valer como fortalezas y tratando de minimizar las debilidades.
De acuerdo a este estudio, surge que en los últimos años fundamentalmente nuestro país ha tenido un comportamiento exitoso en materia de exportaciones, ha incorporado más personas a su clase media y ha reducido niveles de pobreza, como elementos salientes a los que refiere el semanario “Búsqueda” cuando que recoge los aspectos salientes de la evaluación del organismo internacional.
Así, igualmente concluye el organismo que “parece haber llegado a un punto donde tiene que revitalizar su modelo de desarrollo mediante el fortalecimiento de su enfoque en la integración global con equidad”, enmarcado en identificar oportunidades y restricciones para poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida, de acuerdo a lo que se traduce de estas reflexiones.
Asimismo, enfatiza el informe como factores que han permitido esta evolución, que la pequeñez de la economía y su apertura en forma simultánea, como elementos en juego del país, involucran la existencia paralela de un fuerte y arraigado pacto social, lo que explica a juicio del Banco Mundial “logros de Uruguay en las áreas de crecimiento, reducción de la pobreza y la prosperidad compartida, así como las futuras oportunidades y desafíos”.
Otro aspecto en el que pone énfasis el BM, es que como Uruguay no puede competir fácilmente en el mundo sobre la base de la reducción de costos asociados a aumentos en gran escala, debe hacerlo con mayores niveles de productividad y valor agregado.
En este contexto, a juicio del informe ha crecido significativamente la clase media en nuestro país, con guarismos que van desde el 22 por ciento en 2002 se ha llegado a un 60 por ciento en 2013, un aspecto que debe ser tomado con pinzas, a nuestro juicio, por cuanto tiene en cuenta valores estadísticos en base a la coyuntura y escenarios muy favorables, partiendo de un año en el cual se vivió la peor crisis económica en el Uruguay.
Es decir que la base sólida a la que nos referimos como punto de apoyo no tiene la fortaleza que nos permita hacer una proyección más optimista, y sí en cambio asumir que hay desafíos que pondrán a prueba la sustentabilidad de la que hablábamos.
En alguna medida lo tiene en cuenta el propio informe del Banco Mundial cuando considera que las mejoras a las que alude enfrentan una serie de desafíos, como es el caso de las condiciones de la economía mundial, que han resultado menos favorables, con precios débiles de las materias primas y una desaceleración económica en Brasil y Argentina que puede repercutir en Uruguay.
Agrega que a la luz de las condiciones nacionales, regionales y globales, “más restringidas, una preocupación central”, para las autoridades uruguayas, es “la sostenibilidad de los importantes logros en la reducción de la pobreza y la desigualdad”.
En este sentido, con una economía creciendo menos y una sociedad que envejece, la “sostenibilidad financiera del modelo social puede convertirse en un desafío, y el mantenimiento de un pacto social construido sobre la base de beneficios sociales casi universales y un fuerte sistema de bienestar social se vuelve más oneroso”.
Precisamente el envejecimiento de la población tendrá “un impacto considerable en el sistema de seguridad social y de atención de la salud”, en tanto un reto adicional es constituido por corregir el déficit en materia de educación, dado que el modelo de crecimiento del país depende de alcanzar altos niveles de productividad, teniendo en cuenta el tamaño de la economía y la fuerte competencia en el escenario internacional.
Agrega que la calidad de la infraestructura es inadecuada y supone una restricción al crecimiento económico continuo del Uruguay.
Paralelamente, el país aparece rezagado en materia de productividad respecto a otros con los que debería compararse, a lo que se agrega el tema del envejecimiento de la población. Este factor ejercerá más presión sobre las finanzas públicas, al aumentar la cantidad de pasividades así como la demanda de servicios de salud y de cuidados, con una base de recaudación más estrecha.
Pero entre fortalezas y debilidades debemos poner en claro que más allá de logros que surgen de las estadísticas, lo que debe considerarse es la sustentabilidad de estas mejoras, si son de carácter estructural o responden a coyunturas, y que por lo tanto están en riesgo de desaparecer una vez se desvanece la buena racha.
Y este es el punto clave a tener en cuenta, porque de ello depende lo que se puede esperar en cuanto a oportunidades y desafíos de cara al futuro, con el apoyo de una base sólida para desde un punto prácticamente inamovible hacer una proyección sobre elementos reales, con un punto de apoyo consistente.
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