Opinion | 31 Oct La reciente presencia en Paysandú del expresidente del Codicen, profesor Germán Rama, durante la segunda presidencia de Julio María Sanguinetti, permitió en alguna medida evaluar el escenario en que nos encontramos en el sector de la enseñanza, que es heterogéneo, por cuanto en el caso de los privados el panorama cambia respecto a la formación desde el Estado, como consecuencia de una serie de factores que han ido deteriorando el nivel de la educación que se imparte desde los centros del Estado.
Rama recordó que hace unos veinte años se crearon las escuelas de tiempo completo, un centenar entonces, número que se ha duplicado dos décadas después, lo que indica un ritmo muy lento si se tiene en cuenta que este instrumento es reconocido internacionalmente como un paso de avanzada en la educación desde la primera edad.
El exjerarca y actual consultor internacional en Francia, a sus 83 años, señaló la brecha existente entre la realidad de la enseñanza en países desarrollados y el Uruguay, empezando por la elevada deserción en Secundaria, donde termina el ciclo menos de la mitad del alumnado, cuando en el primer mundo se llega a guarismos del 90 por ciento como cosa común,
A ello debe agregarse el rezago en el nivel, teniendo en cuenta que nuestro país es de los últimos en las pruebas PISA, en que se mide el conocimiento adquirido en diversas áreas de la educación, lo que configura un panorama poco promisorio no ya en el presente, sino de cara al futuro, habida cuenta de las falencias en recursos humanos con que contará el país de persistir en este nivel de educación.
No se trata de que está todo mal, pero hay indicadores que revelan que hay protagonistas, como los gremios de docentes, que están en otra tesitura, por cuanto sus reclamos rechazan cualquier incidencia desde afuera en la reforma educativa que se intente, y se centran sus reclamos en aspectos salariales, a la vez de resistir someterse a evaluación en los resultados de su trabajo.
Muy mala perspectiva entonces para revertir el camino que estamos transitando en la educación, por cierto, cuando a la baja calidad le sumamos escasa disposición a considerarse parte del problema, cuando precisamente la actitud y nivel del docente es parte importante de esta situación, además de programas desactualizados y falta de motivación de los estudiantes que aportan a un círculo vicioso que como tal, es muy difícil de romper.
El dedicar más horas a la enseñanza, en horarios más extensos como los que se instrumentan en los países del primer mundo, sería un paso importante, pero no único, a la vez es preciso una reforma sustancial en nuestro sistema educativo, que debe concretarse desde el sistema político, desde afuera de los ámbitos que gobiernan la enseñanza.