Rurales | 03 Nov El bicampeón del Enduro de la Federación Internacional de Criadores de Caballos Criollos (FICCC) “Nochero del Valdéz”, de la cabaña sanducera “María Cecilia” de Eduado Mattiauda, se despidió el pasado domingo del Enduro de caballos Criollos con un “Quinquenio”, al obtener por quinto año consecutivo la última etapa del Campeonato Nacional en Guichón.
“Con este es el último Enduro de Criollos que corre porque seguramente el año que viene lo llevaremos al Federado para probar cómo anda”, dijo a EL TELEGRAFO Martín Mattiauda, reconociendo con emoción las grandes satisfacciones que este noble animal le ha dado a la cabaña y la familia Mattiauda.
Es que no es fácil obtener el tradicional Enduro de la FICCC, el que corren los mejores caballos Criollos de Uruguay y Argentina, y por lo tanto los mejores del mundo de la raza, y menos aún por dos años consecutivos, como logró “Nochero del Valdéz”, al ganar en 2013 en nuestro país y en marzo de este año en la provincia de Buenos Aires.
Incluso este año dejó asombrado a todos por el ritmo impuesto en esa prueba, aunque el animal --en esa competencia montado por Agustín Bidagaray-- corrió al ritmo que está acostumbrado en Uruguay, demostrando el nivel que tiene la prueba en nuestro país. Aunque un año ganó la última etapa del Enduro que tradicionalmente se define en Guichón, con la monta de Joaquín Bidagaray, en las últimas cuatro oportunidades lo hizo Martín Mattiauda.
Desde la cabaña estaba previsto que este año el animal corriera todo el Enduro de nuestro país, “pero al llegar de Buenos Aires y correr la primera etapa se descompensó feo y tuvo problemas en los riñones, por lo que lo paramos y lo tratamos durante varios meses hasta que lo logramos recuperar bien y pudimos correrlo en esta última fecha”, dijo Martín.
Hoy se trabaja en el recambio desde la cabaña de la zona de Valdéz, departamento de Paysandú. “Estamos preparando caballos permanentemente”, precisó el jinete. “Somos una cabaña relativamente nueva que arrancamos de a poco gracias a Gustavo Souza que nos regaló un padrillo. Después compramos yeguas de ‘La Invernada’, de Castells, de Bidagaray y fuimos armando la manada”, añadió.
“Todos los años arrimamos alguna yegua más de Del Campo, Astore y de cabañas de donde nos guste algún animal o determinadas sangres”, indicó Mattiauda. Acotó que “hubo algún año en donde no echamos padrillos y quedamos con una escalera algo cortada y nos llevará algunos años armarnos porque tenemos varias yeguas nuevas en entrenamiento”.