Paysandú, Sábado 07 de Noviembre de 2015
Locales | 01 Nov HACE 2.070 AÑOS, CICERÓN MARCÓ EL CAMINO.
NUESTRO GOBIERNO VA POR OTRO: ¿SERÁ MÁS SABIO?
“El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado” (año 55 a.C.). Marco Tulio Cicerón – Senador romano (106 – 43 a.C.)
En estos días el Poder Legislativo estudia el Presupuesto General de Gastos e Inversiones del país que debería regir la política del quinquenio 2015 – 2020. Lamentablemente esto sucede en un clima social y político signado por improvisaciones, procederes ambiguos, conductas difusas e innovaciones siniestras. Todo inmerso en una pobreza espiritual creciente y sin orillas. Que es la contracara de la enorme riqueza ingresada al país en los últimos diez años. Riqueza que en vez de usarse en generar puestos de trabajo productivos se volcó a la dádiva, condenando al pobre a depender de ella a cambio del voto y a seguir siendo pobre.
Entre tantas sombras reconforta encontrar que lo que pensamos, es muy parecido a lo que hace más de dos mil años expresaban los que iluminaron nuestra civilización. Son las fuentes de los viejos valores a cuidar y trascender. Cicerón es nuestra cara en la moneda y la de nuestros adversarios políticos es Catilina.
El Presupuesto que el gobierno envió al Parlamento sorpresivamente en vez de dar las pautas para el total del quinquenio 2015 – 2020, las da para los dos años iniciales. O sea que el Presupuesto que es “la hoja de ruta” con que tradicionalmente el Gobierno marca su camino para mostrarle al pueblo por dónde irá, y a su vez le permite al pueblo poder medirle el cumplimiento de lo que promete en el documento, ahora queda supeditado en gran parte, a lo que se improvise dentro de dos años, para seguir “tirando” hasta el final del período.
En la órbita de la Salud Pública, está el gran tema de los remedios de alto costo. Ese es el ícono del proceder ambiguo. La redacción salida del despacho del Presidente Vázquez (médico) centraba la cuestión en reducir la entrega de esos remedios por su alto costo. Cuestión de precios. Si el medicamento es caro no lo damos. Consecuencia; paciente muerto. Hubo rumores y hasta un amague que se iban a “humanizar” los artículos 425, 438 y 439 donde aparecía esa legislación abrupta. En medio de los forcejeos sindicales y paros consecutivos y convergentes, el oficialismo hizo un balance entre la vida de la gente gravemente enferma que necesita remedios caros o tener más plata para poder repartir. Y optó por esto último. Por tanto se mantuvo el criterio presidencial: remedio caro = paciente muerto. Como era de esperar ya surgieron voces alegando la inconstitucionalidad de ese articulado.
Las conductas difusas surgen con respecto a propuestas del Presidente Vázquez, tales como que la Guardia Republicana absorba a la Policía Caminera. O darle un aumento de $1.000 a los soldados (cuyo sueldo es de $11.000), a costa del ahorro proveniente de suprimir las vacantes existentes en las FF.AA. Y es lógico que exista confusión cuando junto con esas propuestas aparecen el nombramiento de 1.400 funcionarios para el Mides, la creación de más cargos de confianza para asesores sin antecedentes de ministros mediocres y aumentos de decenas de miles de pesos para los cargos de confianza ya existentes.
Para rematar ese panorama, una innovación maligna. Por primera vez en la Historia del país, el Poder Ejecutivo no incorporó al Presupuesto General, el Presupuesto que la Suprema Corte de Justicia (inciso 16) entregó por mandato constitucional al Poder Ejecutivo para ser incluido y elevado al Poder Legislativo. ¡O sea que a la Suprema Corte de Justicia no se le da ni un peso! Se cumple así la amenaza de aquel diputado del Frente Amplio que en el período pasado le dijo en Cámara a la Suprema Corte “¡no se olviden que sus sueldos pasan por aquí!”, con avieso ánimo de amedrentar a los Ministros de la Suprema Corte cuando ésta declaraba inconstitucionales leyes mal hechas por legisladores ignorantes, arrogantes y prepotentes. También se innova en no darle recursos al Tribunal de Cuentas, estableciendo de hecho como criterio, asfixiar por falta de dinero a todos los organismos que tienen que controlar al gobierno. El presidente y su partido manifiestan así su aspiración de hacer lo que le plazca, amañando la ley para obstruir que lo controlen y limiten. Pero la cosa va más allá aún. En el artículo 677 se desliza el criterio innovador de que el Estado extenderá todo lo que pueda los pagos (o no pagará) a sus funcionarios que reclamen contra él, lo cual implica un tiro por elevación contra todos los funcionarios judiciales que tienen juicio pendiente contra el Estado. Y “de paso cañazo” engloba a todos los funcionarios de los incisos 02 al 27, 29 y 34 del Presupuesto Nacional en esa disposición. Todo lo cual muestra con total claridad que padecemos un gobierno vengativo. Si para satisfacer su sed de venganzas, tienen que aplastar a la Justicia y los controles técnicos jurídicos y contables ¡los aplastan!
Cicerón y el Frente Amplio representan dos actitudes de vida incompatibles. A este partido de gobierno, el Presupuesto no le sale equilibrado. En vez de disminuir la deuda pública, la aumentan exponencialmente. Varios de sus ministros y muchos de sus funcionarios se distinguen por su arrogancia, aunque toquen el tamboril, bailen sobre las mesas, extiendan avales truchos o fundan y den quiebra fraudulenta a empresas públicas de vieja data. Le perdonan una deuda de U$S 58.000.000 a Cuba, pero alegan no tener dinero para pagar a los docentes, ni para remedios “caros”, ni para dar salario digno a sus soldados. Y muy lejos del ideal de Cicerón de que “la gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”, todo el Frente Amplio detrás del Sr. Presidente, mantienen la pobreza cambiando dádivas por votos, premian a las multinacionales con exenciones impositivas logrando que los ricos sean cada vez más ricos, los pobres sigan pobres y la clase media, motor de toda sociedad sana, es esquilmada e impedida de desarrollarse y para colmo la castigan haciéndole pagar las fiestas de los que la estrangulan.
Ramón Appratto Lorenzo
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