Opinion | 06 Nov “Hoy no están dadas las condiciones” para tener posibilidades de llevar adelante “las profundas reformas que necesita la enseñanza”, sentenció, a poco más de una semana de presentar su renuncia al Ministerio de Educación y Cultura (MEC), el exsubsecretario de la cartera, Fernando Filgueira, lo que no es una buena noticia para los uruguayos que creemos en la necesidad de actualizar el sistema educativo para lograr el factor diferencial que necesita el país en conocimiento y capacitación.
El exjerarca afirmó --como lo había hecho el removido director de Educación, Juan Mir-- que no están dadas las condiciones políticas para, como lo anunció el gobierno, “cambiar el ADN en la enseñanza”. El sociólogo dijo al programa radial “No Toquen Nada”, de Océano FM, que en el gobierno existe consenso acerca de hacia dónde hay que ir, pero no hay acuerdo en el cómo y el cuándo.
“No se logró constituir un equipo de trabajo en el que sintiera que se puede desarrollar una estrategia y conseguir cambios que considero fundamentales para, en 2017, avanzar a un ritmo mayor”, expresó Filgueira, en declaraciones que recoge El Observador.
Sostuvo que dentro del MEC y el Codicen, existen “diferencias acerca de cuáles son algunas de las acciones que habría que tomar respecto a las formas y metodologías de cambio” y que, si bien logró trabajar en alguna de las líneas que en su opinión son necesarias, su rol no le permitía realizar la reforma.
Es decir que el jerarca saliente confirma “desde adentro” los graves problemas que existen en el seno del propio gobierno para llevar adelante lo que anunciara el presidente Tabaré Vázquez, quien seguramente asumía lo que decía cuando anunciaba que su gobierno llevaría adelante el cambio de ADN en la educación, pero que el relevado Mir sostenía --ese fue el motivo de su remoción, precisamente-- que a lo sumo podría llegarse a transfusiones de sangre, pero no al cambio drástico que dice promover el mandatario.
En la misma línea que el exdirector de Educación, Filgueira explicó que “aquello que me pareció que se podía hacer lo impulsé. Hay otros aspectos que me parecen fundamentales y creo que no se están abordando, pero desde el lugar que ocupa hoy la subsecretaría no se pueden hacer. Sentí que estaba legitimando algunos aspectos del statu quo que quiero que se cambien y para eso es preciso el debate público”.
Filgueira aclaró que la principal diferencia estuvo en las estrategias previstas para impulsar una reforma. Dijo que desde el Codicen se apunta a construir una propuesta “desde dentro” entre todos los actores; mientras que él considera necesario dar lugar al debate público con los actores de la sociedad ya su vez definir una propuesta previa, con plazos y objetivos, que sirva como guía para el trabajo.
En suma, su idea es que sea el poder político el que haga la propuesta y que luego se sumen todos los sectores a discutirlas: “Mi impresión es que la confianza que tienen muchas autoridades de poder construir una propuesta entre todos con todos y desde adentro tiende a solidificar algunos elementos del statu quo y hacen muy difícil el cambio”, expresó.
Pues de eso se trata, como lo hemos señalado en más de una oportunidad desde esta página editorial: no es de sentido común, y mucho menos hace a la democracia, que el sistema político, que representa la opinión de todos los uruguayos, esté ajeno a la reforma que necesita nuestra enseñanza, por cuanto es un tema vital, estratégico, de interés general, que no puede quedar librado al antojo y talante de las corporaciones que gobiernan la enseñanza, donde los gremios docentes, amparados en la Ley de Educación que sancionara el propio presidente Tabaré Vázquez durante su primer mandato, defienden sus propios intereses y por supuesto, pretenden mantener la situación tal como está.
En esta dirección van las reflexiones de Filgueira, cuando sostiene que “hoy no están dadas las condiciones” para que se lleven a cabo las “transformaciones imprescindibles” para la reforma educativa, ya que “hay un sistema y una lógica institucional que no ayuda a hacer el cambio estructural”.
Filgueira no dijo otra cosa que lo surge de un análisis objetivo y desapasionado de la realidad que percibimos los uruguayos en el sistema educativo, habida cuenta de que los organismos rectores, dominados por docentes y exdocentes, se han constituido en una máquina de impedir cualquier iniciativa con la que no estén de acuerdo o no registre consenso, lo que desde el vamos invalida cualquier sano intento en este sentido.
Pero más allá de asumir donde están los obstáculos, la gran interrogante se plantea en el seno del propio gobierno, es decir cuál es realmente la voluntad política de llevar adelante el anuncio de Vázquez del cambio de ADN, cuando los funcionarios en quien se confiaba podían liderar estas transformaciones, se han encontrado ante este trancazo y lo que hicieron el presidente y la ministra de educación y Cultura fue el removerlos, en lugar de convocarlos, analizar donde están los problemas y expresarles su apoyo para que avanzaran hasta donde fuera posible.
“La estrategia no la fijó Filgueira, la fijó el Congreso del FA (...) Filgueira aportó al Congreso, como muchos otros docentes y otras personas que trabajan en la educación”, señaló al respecto María Julia Muñoz, titular de Educación, para luego agregar que “es un compañero que seguirá aportando desde otro lugar”, pretendiendo relativizar lo acontecido, y asumiendo públicamente que las cosas igualmente podrán encararse tal como lo anunciara el mandatario.
Pero es que el problema no está solo en la resistencia de los gremios de la educación, sino que dentro del propio Frente Amplio coexisten dos visiones distintas y hasta confrontadas de esta realidad y hacia donde deben apuntar los correctivos, por lo que lo que se intenta hacer con la mejor intención viene trabado desde adentro de la propia fuerza de gobierno, que está a merced de las bases, contratadas por la minoría más radical.