Paysandú, Sábado 14 de Noviembre de 2015
Opinion | 08 Nov La División de Estadísticas de la Universidad de la República señala que uno de cada tres estudiantes que ingresa a sus estudios terciarios abandona luego del primer año o el 33% de quienes se inscriben, no registran ninguna actividad pasados los primeros doce meses.
El estudio no discrimina si los estudiantes acudieron a liceos públicos o privados e incluso está relacionado con las edades. Con 18 años o menos, existe una desafiliación del 25,9% y con 25 años o más, la desafiliación corresponde al 54,5%. Estas situaciones se constatan en función de la realidad familiar, que si bien es ajena al ámbito universitario, no se puede mirar de soslayo en tanto influye en las cifras de abandono.
El último censo estudiantil reveló que seis de cada diez estudiantes trabajan y los horarios de clases les impide dedicarse completamente a una carrera.
En las últimas movilizaciones efectuadas en Paysandú, tras la declaratoria de esencialidad y en el marco del estudio del presupuesto en la Cámara de Diputados, los estudiantes universitarios locales presentaron un reclamo en ese sentido.
Los jóvenes dirigentes señalaron que según las materias, deben concurrir a clases en horas de la mañana, otras en la tarde y retornar en la noche y tal situación imposibilita una plena asistencia y dedicación. Allí explicaban la necesidad de ordenar los horarios para que quienes cumplen otras funciones, puedan acudir a clases y planteaban la necesidad de duplicar las becas en el próximo quinquenio, en tanto las realidades familiares también actúan como una barrera para la plena dedicación.
Las movilizaciones de universitarios efectuadas en el país, en forma paralela al tratamiento parlamentario del presupuesto para la educación, alertaban que los recursos asignados no llegaban a la quinta parte de lo necesario. A pesar del año conflictivo, paradójicamente la Universidad perdió menos días de clases y se constató una mayor resistencia a las ocupaciones como una medida de protesta.
En medio de estas cuestiones, salen a la luz una serie de propuestas válidas con la instrumentación de clases semipresenciales, cursos por videoconferencia, mayores becas y la priorización de carreras necesarias para la realidad nacional, tal como ocurre en otros países.
Los cálculos realizados por los economistas de las distintas gremiales han reafirmado que no se arribará al 6% del PBI al final del quinquenio. Mientras tanto, las cifras del rezago en los distintos niveles están allí y provienen de los subsistemas que se han encargado de analizar sus propias realidades.
Cambiar el ADN de la educación no será tarea sencilla. De hecho, el médico Tabaré Vázquez sabe que la función principal de la molécula del ácido desoxirribonucleico es el almacenamiento de información a largo plazo.
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