Paysandú, Sábado 14 de Noviembre de 2015
Opinion | 13 Nov Nuevamente el canciller Rodolfo Nin Novoa está abogando por la necesidad de que Uruguay se abra al mundo y prescinda parcialmente del corsé del Mercosur, en un intento que debe evaluarse como positivo en su intención y que es más un mensaje hacia adentro y no hacia afuera de la fuerza de gobierno, tal como están planteadas las cosas.
Esta inclinación con vistas a aggiornarnos al mundo no es novedosa, pero indudablemente ha sido disparada a partir de la inoperancia del bloque mercosuriano y mientras en otras partes del mundo se sigue acordando entre bloques y países, con el lanzamiento ya en ciernes de la denominada Alianza Transpacífico, que acerca al extremo oeste de América con Asia, nada menos.
En este contexto, en las últimas horas el canciller Nin Novoa dijo que tanto Uruguay como el Mercosur tienen que reaccionar ante el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) porque esa coyuntura supone una pérdida de competitividad.
Pero en el Frente Amplio sigue generándose resistencias a esta posibilidad, y surgieron alertas contra este acuerdo, al punto que en la interna de la coalición de izquierdas las voces contrarias dominaron la agenda.
En este sentido el diputado socialista Roberto Chiazzaro dijo que el canciller “se aparta del programa de gobierno” cuando habla de la posibilidad de que Uruguay se incorpore al Acuerdo Estratégico TransPacífico de Asociación Económica (TPP). “De acuerdo a nuestro programa el punto de referencia es la región, el Mercosur, y en ningún momento el canciller habla de pedir una autorización al bloque”, subrayó.
Por su lado, el alto representante del Mercosur, Florisvaldo Fier, consideró “casi imposible” que el Mercosur entre al TPP. “Veo muy difícil firmar un acuerdo para que el bloque comercial entre en el TPP”. Asimismo, destacó que el TPP ni siquiera está ratificado aún por los países que lo suscribieron.
El canciller uruguayo puntualizó que “tenemos que reaccionar, tanto a nivel de país como del Mercosur”, ante un TPP “que integran 12 países y representa el 40% de la economía mundial, porque la competencia va a ser muy dura”.
Australia, Brunei, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, todos pertenecientes a la cuenca del Pacífico, firmaron el pasado 5 de octubre el TPP con el objetivo de eliminar la mayoría de aranceles y barreras comerciales y de inversión.
“Debemos comenzar a posicionarnos ante estos procesos comerciales, estudiarlos, evaluarlos y conocerlos. Es un hecho de responsabilidad y un deber”, afirmó. Dijo que pidió a todos los embajadores uruguayos en los países del Pacífico un informe sobre cómo está impactando el TPP en los diversos estamentos de la sociedad.
Estos nuevos espacios de negociación “reconfiguran las reglas básicas y obligan a todos los países a redimensionar sus políticas comerciales para ajustarse a las nuevas realidades”, consideró el canciller, que ante un movimiento como el TPP abogó por buscar la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC) con terceros como solución.
“Primero con el Mercosur, pero si el Mercosur no quiere o no le conviene trabajemos por la flexibilización” para poder firmar TLC de manera individual, explicó.
Afirmó que el bloque que integran Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela es la “piedra angular de la estrategia nacional en términos de inserción internacional” pero que la pertenencia al bloque “no puede ser la excusa para postergar la agenda de trabajo y los esquemas de trabajo con terceros países”.
“No parece razonable atendiendo a las dinámicas que actualmente vemos en el mundo y que nos imponen un intercambio dinámico con otros países”, sostuvo. Hay una serie de aspectos a tener en cuenta con esta alianza del Pacífico, y tiene que ver con las facilidades que tendrán países que compiten con Uruguay para entrar al Asia con menos aranceles y por lo tanto a precios con los que no se podrá competir.
Nin Novoa expuso en este contexto que dos de los países firmantes del TPP, Australia y Nueva Zelanda, son competidores directos de Uruguay para introducir la carne en un mercado “tan difícil” como el japonés, y que cuando el tratado entre en vigor van a tener una ventaja competitiva.
“Esta coyuntura implica que nuestros productos y servicios pierden competitividad en términos comparados”, manifestó el ministro, quien añadió que Uruguay paga en actualidad “mucho dinero” por exportar sus productos, y cifró esa cantidad en 600 millones de dólares al año.
Una luz amarilla se prendió en la Cancillería, desde que según un informe que elaboraron los embajadores de Uruguay en los países con costa en el océano Pacífico, en cinco años el país verá serias complicaciones para exportar carne y otros productos primarios, los cuales representan el 78% de las ventas del país al mundo.
“Uruguay tiene que reaccionar”, reiteró insistentemente el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, quien en un tiro por elevación a la interna del Frente Amplio dijo que en materia de inserción internacional del país se remite “a las bases programáticas del gobierno que han sido poco leídas o mal leídas por algunos actores”.
El canciller asimismo dejó en claro que “en el año 2020 nosotros nos vamos a encontrar con que a Estados Unidos no le vamos a entrar ni bajo el protocolo Never Ever 3 (que es para carne vacuna procedente de predios certificados avalado por el Departamento de Agricultura de ese país) ni con la deshuesada ni el ovino compartimentado, y esa es la realidad”.
Las cifras planteadas por Nin Novoa son parte del impacto que generará el acuerdo TPP, que cuando entre en vigor Nueva Zelanda y Australia van a tener una ventaja comparativa “que no tenemos nosotros”, explicó el ministro.
Mientras tanto, el Mercosur sigue sin avanzar en el acuerdo en negociación desde hace veinte años con la Unión Europea, tampoco ha firmado acuerdos con ningún otro bloque, no deja hacerlo bilateralmente a los países miembros y lo menos que debería hacerse, ante esta parálisis, es buscar una reformulación que sin salir de la región, --a la que estamos geográficamente atados--, los países miembros puedan integrarse a otros acuerdos y tratados preferenciales, para no seguir languideciendo en un esquema que sobre todo perjudica a Uruguay, que por el tamaño de su economía y sus características, si no se abre al mundo, está condenado a la inanición.
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