Paysandú, Lunes 16 de Noviembre de 2015
Opinion | 15 Nov La Organización Mundial de la Salud (OMS) instauró el Día Mundial Sin Alcohol, para reflexionar cada 15 de noviembre en torno a las consecuencias del consumo abusivo de una sustancia que no recibe la misma condena social que gravita sobre otras.
Este flagelo que ha cargado con una mayor cantidad de víctimas de las que reflejan las estadísticas basadas en siniestralidad en el tránsito, violencia doméstica o patologías diversas, requiere de una mayor visibilización y actuación espontánea de las comunidades.
Sin embargo en Uruguay, mientras perdemos tiempo en aclarar que no estamos en contra del prohibicionismo sino del consumo abusivo, no se llevan adelante los controles inspectivos específicos en una población particularmente vulnerable como son los jóvenes y adolescentes.
Más allá del trillado argumento basado en la escasez de recursos humanos para dicha tarea, las estadísticas nos golpean en la cara: la edad promedio de inicio del consumo es de 12,8 años.
Los datos contenidos en un proyecto de ley que ingresó al Parlamento el 31 de julio de 2013 para regular el consumo, distribución y expendio de bebidas alcohólicas, señala que el 14% de los adolescentes experimentó con esta sustancia antes de ingresar al ciclo secundario, es decir, antes de cumplir 12 años; al llegar a los 13 años, lo hizo casi el 44%.
El proyecto agrega que “la frecuencia del consumo de alcohol es utilizada como indicador del riesgo de dependencia de los jóvenes” y “la intensidad del consumo en cada oportunidad, es un indicador del abuso por ingesta y se vincula a otros riesgos asociados”, tales como accidentes, lesiones o cuadros agudos de intoxicación.
La iniciativa resume en su exposición que el 26% de los estudiantes que consume alcohol, tuvo “cuatro o más” intoxicaciones, el 21% “registró dos o tres” y el 19% “solo una”.
Si se toma en cuenta la intensidad del consumo de alcohol, el 61% considera que “estuvo borracho al menos una vez en los últimos 30 días”. El asunto es que el consumo abusivo “no tiene su correlato en las percepciones de los estudiantes sobre los estados de embriaguez, ya que solo la mitad de los que ingirieron alcohol en niveles superiores a la intoxicación consideran que estuvieron 'borrachos”, analiza el proyecto presentado hace dos años.
Esto, claro está, se presenta como la droga con menor percepción del riesgo, tanto en la población adulta como adolescente. En este último caso, “el 75% de los estudiantes piensa que el consumo ocasional no tiene riesgos o estos son muy leves”, añade.
Otro aspecto preocupante revela las escasas defensas de nuestros adolescentes o jóvenes en el momento de actuar frente a un caso de intoxicación en un compañero: “apenas el 6% de los estudiantes identificó sin errores la totalidad de las prácticas presentadas”.
El proyecto de ley se sustenta con datos potentes y analiza una realidad –vista por todos-- con una precisión radiográfica. Pero los tiempos legislativos siempre transitan por otros caminos y a pesar de la instalación de un equipo que lidera el presidente Tabaré Vázquez, esta problemática continúa presentándose bajo la modalidad de discursos con una fuerte retórica.
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