Opinion | 12 Nov Desde 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas invita todos los años a los Estados Miembros y a la comunidad internacional, a reconocer el tercer domingo de noviembre como el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de los Accidentes de Tránsito, en homenaje a las víctimas y sus familias. Nuestro país adoptó esa recomendación a partir del 2012, cuando el Parlamento adhirió a través de la Ley 18.904.
Con motivo de esta conmemoración la Red Nacional de Víctimas y Familiares de Siniestros de Tránsito está invitando a adherir el próximo domingo al Día Mundial en Recuerdo a las Víctimas de Siniestros Viales, simbolizando este día con un lazo de color azul que significa la protección de la vida.
Esta red reúne a nivel nacional a voluntarios que a partir de haber sido protagonistas de accidentes de tránsito o haberlo sido alguno de sus familiares directos, trabajan para rescatar vivencias y testimonios que favorezcan el desarrollo de buenas prácticas en el tránsito.
Si bien en las últimas décadas en muchos países ha venido reduciéndose la cantidad de víctimas mortales en accidentes de tránsito, existen cinco factores que, según la Organización Mundial de la Salud, continúan generando accidentes: la velocidad, beber y conducir, el no uso del cinturón de seguridad, la falta de uso del casco y no contar con Sistemas de Retención Infantil.
Evitar más muertes en el tránsito implica trabajar colectivamente sobre esos factores de riesgo y, fundamentalmente, desarrollar una cultura de la prevención que nos involucre a todos.
Además de la normativa, los controles y los esfuerzos por cumplirlas, para reducir las graves consecuencias de los siniestros viales resulta fundamental mejorar la coordinación interinstitucional y la respuesta y atención a las víctimas. Nuestro país ha comenzado a trabajar en este sentido con la finalidad de mejorar la calidad y rapidez de la asistencia de pacientes que sufren siniestros en la calle. Esto es algo absolutamente necesario ya que ante un accidente vial todo segundo cuenta para la supervivencia y calidad de la vida futura de las víctimas.