Paysandú, Miércoles 25 de Noviembre de 2015
Opinion | 25 Nov En la sección “Cortocircuitos Ciudadanos” un lector expuso su sorpresa porque en el auditorio “Miguel Ángel Pías” se cobrara entrada para un espectáculo realizado en esa sala el fin de semana pasado. Es cierto, la sala municipal habitualmente no admite el cobro de entrada, una resolución de larga data a la cual, desde aquí al menos, siempre se la ha señalado como incorrecta.
Una sala no puede por “decreto” establecer que los espectáculos que en ella se realicen no pueden ser con entrada paga. Y esto es especialmente así cuando la administración que lo determina no dispone de un generoso presupuesto con el cual solventar temporadas de enjundia de teatro, música, ballet, poesía y más. Pero en épocas de “presupuesto cero” todavía impedir que se cobre entrada a una sala de 120 localidades, con un escenario de dimensiones básicas adecuado para espectáculos intimistas y capacidad para sala cinematográfica, no es lógico. No lo fue antes, no lo sería actualmente.
Oficialmente nunca se pudo cobrar entrada en espectáculos realizados en el auditorio municipal, sosteniendo la idea que lo oficial debe ser gratuito, un error de apreciación profundo y perturbador. No obstante, en algunas contadas oportunidades sí se permitió el cobro de localidades, usando un sistema tan ingenioso como uruguayo. En este país donde lo más importante no es evitar que suceda, sino evitar que se vea, se cobró entrada antes de ingresar al edificio de la Dirección de Cultura. Una salida que se consideró ingeniosa para permitir que algunos espectáculos que necesariamente debían ser financiados y no contaban con el pago de cachet de la Intendencia, pudieran llegar a la escena.
No obstante, lo lógico es dejar librado a la ocasión el acceso pago o gratuito al auditorio. Habrá espectáculos que serán gratuitos y habrá otros que necesariamente deberán tener ingreso arancelado. Paysandú, con una situación tan preocupante ante la falta de salas, no puede continuar con el lujo de la miseria de tener una sala solo para espectáculos gratuitos, pero que por eso mismo permanece la mayor parte del año cerrada.
Las salas de espectáculos solamente adquieren relevancia cuando en ellas hay público y en sus escenarios artistas. Es cierto, la capacidad técnica del auditorio es limitada, pero de nada sirve pedir que se mejore ese aspecto si primero no se logra una temporada en serio, con espectáculos pagos y con gratuitos, porque ambos pueden perfectamente convivir.
Hoy por hoy la Dirección de Cultura cuenta con coordinadores que --al decir del intendente Caraballo-- “vienen del palo” de la cultura. Pues entonces, manos a la obra, que saben de qué se trata y hay que aprovechar la sala, tornándola a la vida. Hasta aire acondicionado tiene, así que no puede siquiera descartarse el verano.
Y cuando haya que pagar, que se cobren entradas. Y cuando se pueda, se permita el acceso libre. Pero vida quieren las salas. También el auditorio.
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