Opinion | 22 Nov En los próximos días, el Instituto del Niño y el Adolescente (INAU) realizará un llamado a una ONG para que se haga cargo de 13 recién nacidos, abandonados en el Hospital Pereira Rossell. Los bebés recibieron el alta médica, pero las autoridades observan una situación sistemática que se repite por semanas y meses y es que estos niños se derivan a salas de cuidados intermedios a cargo de personas no especializadas.
El INAU pretende agilizar la tarea, mientras los equipos técnicos del organismo llevan adelante los procesos de adopción con miras a reducir los tiempos de espera. Los últimos datos señalan que en Uruguay existen al menos 250 familias o personas que aguardan por una adopción, mientras un centenar de niños espera por una familia que los reciba.
Paralelamente, en Salto, una pareja conformada por un hombre de 26 años y una adolescente de 16, abandonaron un bebé de un año y medio y otro de cinco meses en la puerta de un exlocal del INAU, ante una situación de extrema vulnerabilidad social, de acuerdo a su relato ante la justicia.
Ambos niños se encuentran en manos de cuidadoras del organismo que coordinará visitas para la madre, en tanto la justicia determinó la prohibición de acercamiento al padre. Los referentes departamentales del INAU y Ministerio de Desarrollo Social recordaron que esta familia era atendida a través de los programas establecidos, sin embargo, “el entorno humano superó a las personas”.
Un estudio de la Universidad de la República reveló que el 65% de las madres adolescentes no estudia ni trabaja, en tanto se agudiza en los estratos socieconómicos más bajos, a pesar de aumentar su conocimiento sobre el uso de métodos anticonceptivos. Incluso señala que “las políticas públicas no han sido efectivas”.
Y las cifras no se distancian de esa percepción: por cada 1.000 adolescentes uruguayos, 62 son padres. De acuerdo a la encuesta citada en el informe, más del 90% de las jóvenes encuestadas conoce las barreras de anticoncepción y el acceso a la información, no obstante, prefieren no usarlos o “tienen dificultades para negociar su uso con los varones”. Por otro lado, a pesar de la despenalización del aborto, la mayoría decide tener su hijo.
La imposibilidad de progresar u obtener un afianzamiento económico se estanca en las adolescentes de escasos recursos, mientras se retrasa en los varones. En este caso, solo el 2,6% es padre antes de los 19 años.
Las políticas sanitaristas no enfatizaron en la educación sexual desde los primeros niveles y se complejizó en los barrios que continúan padeciendo las mismas dificultades que sus padres o abuelos. De hecho, en algunos casos se repite el patrón familiar y laboral generación tras generación.
El ámbito académico --que genera información científica, social y comprobable-- pone su mirada inquisidora en asuntos no resueltos, más allá de los discursos políticos. Mientras tanto, la realidad inequívoca atraviesa por barreras más horizontales que las palabras.