Paysandú, Viernes 27 de Noviembre de 2015

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 22 Nov QUEBRANDO UNA LANZA
El domingo pasado leí interesante nota con múltiples propuestas para mejorar el tránsito en esta ciudad. No obstante, deseo “quebrar una lanza” sobre aspecto relevante. Allí se dice iniciar proceso de concientización por la “semilla” y se refiere a Educación Primaria y Secundaria, lo cual comparto en buena parte, pero no en su totalidad. Fundamentaré mis puntos de vista.
Soy docente jubilada con trayectoria como maestra y profesora en Primaria, Secundaria y Formación Docente durante cuarenta y dos años. La formación vial formó y forma parte de la currícula en niveles educativos inferiores y medios. Se desarrollan aspectos teóricos y prácticos en la medida de lo posible (según edades de los alumnos), tanto por parte de responsables de instituciones escolares como con colaboración de integrantes de Brigadas de Tránsito y BSE.
El caos que hoy se vive en las calles no es consecuencia de falta de conocimientos académicos y educación en valores, porque, como ya expresé, se trabajan a diario --y ¡vaya si se trabajan!--, sobre todo en las escuelas. Sí existe una sociedad enferma donde no se valoran derechos y deberes, respeto, responsabilidad, salud, normas, solidaridad, autoridad, bien público, propiedad, etcétera.
¿A dónde fueron a parar tantas horas de enseñanza de comportamientos correctos en la calle ya sea como peatón y conductor de vehículos diversos? Obvio que al niño y adolescente, cuya edad es incompatible con el manejo de un medio de transporte, no se lo prepara prácticamente. Lo hará más adelante.
Entonces me pregunto: ¿por qué papá, mamá, permiten que el nene con pocos años ya circule en bicicleta por la calle; la mayoría de las veces contra flecha, haciendo malabares, casi se diría que espectáculos circenses? ¿Por qué los motociclistas se desplazan transgrediendo toda regla establecida en cuanto a medidas de protección personal, con motos en mal estado de seguridad y a velocidades elevadas, sin cuidar semáforos, personas u otros vehículos que se crucen en su camino, escape abierto y ruido infernal, y hasta con camisa volando al viento?
Ni hablemos de disposiciones de preferencias, conducción por derecha y atención a cartelería y señalización. Estas cosas para ellos no cuentan. Parecen cuestiones de otro planeta. ¿Por qué tantos choferes de autos, camionetas, etcétera, circulan más o menos igual a los motociclistas antes mencionados?
¿Cuál es el estado mental y control de reflejos individuales? Varias sustancias que se ingieren obstaculizan claridad para transitar en forma adecuada. Asimismo pululan porfiados que creen saber todo sobre manejo, actúan impulsivamente y han adquirido reflejos no apropiados e imposibles de reeducar.
Si un particular les observa algo, se despachan en exabruptos e improperios mediando violencia verbal que no fue enseñada por maestro o profesor alguno. Y en cuanto a las autoridades, no siempre son objeto de un trato respetuoso, a pesar que existe gente sociable y educada.
Ahora última moda: la patineta. ¿En qué pista? ¡En la pobre “señora” calle! Hay mucha tela más para cortar... Pero “para muestra basta un botón”.
En síntesis: ¿cómo aplican esos irresponsables y pésimos conductores los que se les explicó una y mil veces sobre tránsito y circulación vial? ¿Carecen de memoria? ¿Se sienten todopoderosos dueños de la vía pública y vida de los seres humanos? ¿Es negligencia o desfachatez? Lamentable, pero es la triste realidad de nuestras calles.
Conclusión: por la “semilla” ya se empezó. Nunca enseñé ni oí a mis colegas plantear a los educandos que anden por las calles como se ve hoy día. ¡Quiebro la lanza por maestros y maestras! Solo resta “dar vuelta cabezas de jóvenes y adultos” y de lo contrario no queda otra que aplicar el refrán de mi padre: “¡A este hay que pasarlo por la máquina de picar carne y hacerlo de nuevo!”
La difícil tarea de elaborar y poner en marcha proyectos, programas y estrategias para lograr cambios efectivos, contundentes y significativos a corto plazo, se la dejo a otros que los piensen y estructuren. De todos modos, guardo en la manga una carta para eliminar tanto desborde. En la próxima se las contaré…
Mercedes Favotto


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