Paysandú, Domingo 29 de Noviembre de 2015
Opinion | 27 Nov A pocos días de las elecciones legislativas en Venezuela, un dirigente político opositor fue asesinado de un disparo durante un acto de campaña en el que participaba también Lilian Tintori, esposa del líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, en el poblado de Altagracia de Orituco, en el centro de Venezuela, según fuentes del partido.
El joven identificado como Luis Manuel Díaz, secretario del partido Acción Democrática (AD) en esa localidad, fue asesinado alrededor de las 19.30 hora local “por disparo (de) arma de fuego”, informó el secretario general de dicho partido opositor, Henry Ramos Allup, a través de la red social Twitter.
Aseguró además que los disparos fueron hechos desde un vehículo “por bandas armadas” que, afirmó, forman parte del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), aunque aún no hay información de las autoridades al respecto.
El dirigente opositor aseveró en otro mensaje en la red social que la violencia de “bandas armadas y pandillas” del PSUV en contra de militantes, candidatos y actos opositores está “aumentando”.
El hecho ocurrió durante un mitin de campaña de la plataforma opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en Altagracia de Orituco, en el estado Guarico, en la que participaban los candidatos de la alianza opositora acompañados de Tintori, esposa de López, dirigente opositor condenado a 14 años de prisión.
Sin duda que este tipo de hechos le hace flaco favor a todo intento de pacificar y tratar de canalizar por carriles razonables el proceso político-electoral venezolano, donde un marcado autoritarismo del régimen chavista de Nicolás Maduro y una institucionalidad que no es confiable siembra fundadas dudas sobre la forma de dilucidación del próximo acto eleccionario.
Ahora, no hay que llamarse a engaño: el terrorismo político que implica el asesinato del dirigente opositor en plena campaña, y ante cientos de testigos que un dirigente del propio partido atribuye a bandas armadas chavistas, en realidad perjudica abiertamente al gobierno en un momento muy especial, y por lo tanto no hay que atribuir responsabilidades a la ligera, sino que a falta de pruebas concretas por ahora queda un margen de legítima duda.
Es cierto, todos sabemos como se las gastan sectores del “socialismo bolivariano”, pero Venezuela no es una excepción en cuanto a la irracionalidad de los golpistas de derecha y de izquierda, por lo que es típicamente un asesinato perpetrado por quienes apuntan a sembrar el caos y llevar agua para su propio molino, del signo que sean, sin que les importe un ápice la institucionalidad y la democracia.
Lo que corresponde sí es investigar a fondo tales hechos, castigar a los culpables y a la vez desde el gobierno permitir que observadores internacionales actúen libremente en cuanto a seguir de cerca las alternativas de la elección, asegurando la mayor transparencia posible, si es que, como afirma, no tiene nada que ocultar.
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