Opinion | 30 Nov Si bien por largo tiempo las políticas económicas que se han llevado adelante en Argentina han tenido como derivación la oposición de ese país, abierta o disimulada, a que se concrete un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE) para promover el intercambio comercial entre los bloques, tampoco es ningún secreto que los obstáculos proteccionistas no provienen solo desde ese lado. Hay países europeos que se niegan a abrir sus fronteras a producciones agrícolas para proteger a sus productores, por lo que estamos ante un camino espinoso –las largas negociaciones lo demuestran– donde hay intereses sectoriales o particulares que condicionan seriamente a determinados gobiernos para avanzar en esta dirección.
Con el advenimiento de Macri, y eventualmente una revisión del fuerte proteccionismo de los gobiernos de los Kirchner –que han aplicado subsidios delirantes que consumen buen parte de los recursos que obtiene sobre todo de las producciones primarias para las que cuenta con ventajas naturales para producir–, se han generado nuevas expectativas en la región para que Argentina revise en el futuro inmediato su acendrada oposición a celebrar un acuerdo con la UE. Además, Brasil estaba en una postura similar, pero a la luz de las dificultades que ha padecido y su intento de asomarse como jugador en la cancha grande del comercio mundial, Itamaraty está en una posición cercana a la de Uruguay y Paraguay, es decir proclive a avanzar en la búsqueda del acuerdo entre bloques.
Por cierto, cuando se indicaba desde fuentes europeas, e incluso desde nuestra región, que Francia estaba revisando su postura adversa a un acuerdo de libre comercio con el Mercosur, desde la propia Europa se ha advertido que ese país no ha desarmado las barreras que ha esgrimido históricamente. Por lo que por ahora el optimismo que se había generado sobre un rápido avance parece diluirse.
Así, el secretario español de Comercio, Jaime García Legaz, indicó a la agencia internacional EFE que Francia se opone a que la Unión Europea comience el esperado primer intercambio de ofertas comerciales con el Mercosur dentro del acuerdo de asociación que esas dos potencias negocian desde hace años. Explicó que el resultado del Consejo de Ministros de la UE en el que participó el viernes fue “positivo” en cuanto a que se ha “constatado que hay una mayoría amplísima de Estados miembros a favor” de intercambiar ofertas con los cuatro países del bloque latinoamericano con los que está abierta la negociación.
En este sentido, García Legaz aseguró que países como España, Alemania, Italia, el Reino Unido o Portugal apoyan “claramente la negociación con el Mercosur”, pero “lamentablemente, Francia ha decidido no apoyar la apertura de negociaciones con el Mercosur. Eso es, en nuestra opinión, una mala noticia y, además, una mala señal la que se podría enviar a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay”.
En buena medida esta versión, que surge desde adentro de la UE, se contradice con lo que se había señalado hace pocos días, en el marco del encuentro que mantuvo en el país galo el mandatario uruguayo. Días antes de la partida del presidente Tabaré Vázquez a París, el embajador francés en Montevideo aseguró en El Espectador que su país tenía la “voluntad y la determinación” de permitir que se realice “lo más rápido posible” un Tratado de Libre Comercio europeo con el Mercosur. Manifestó que “hace mucho tiempo que Francia dio luz verde” y que esperaba que “entre el 2015 y el 2016 se tengan las condiciones para concluir el acuerdo, que está en discusión desde hace cerca de 20 años”.
Por otro lado, fuentes europeas comunitarias confirmaron que todavía hay países que mantienen reservas a iniciar el intercambio, y en este contexto García Legaz recordó que la decisión de empezarlo “la tiene que tomar la comisión” –institución encargada de negociar los acuerdos comerciales en nombre de los Veintiocho–, que “no necesita el apoyo de los Estados miembros”. “La comisión lo que hace es escuchar a todos los Estados miembros y luego tomar una decisión. Lo que ocurre es que, cuando existe unanimidad entre todos los Estados miembros en una determinada posición, siempre es más fácil para la comisión tomar determinadas decisiones”, comentó.
Para el representante español, el hecho de que Francia “no quiera que se produzca ese intercambio de ofertas hace más difícil para la comisión tomar una decisión”. Indicó que el argumento principal de las reticencias de Francia es la falta de ambición del Mercosur en lo que refiere a los porcentajes de las líneas tarifarias, desde que la oferta del bloque latinoamericano es el 87% del total y la CE pretende que llegue al 89%. A su juicio, “el hecho de que no estemos en estos momentos en el 89% no puede ser un obstáculo para intercambiar ofertas”.
Pero a la vez “todos los representantes de los Estados miembros reiteraron” en una reunión de ministros de Comercio en Bruselas, “que hay un viento nuevo que sopla en América Latina”, según dijo el ministro luxemburgués Jean Asselborn, cuyo país ocupa la presidencia rotativa de la UE. “Los electores de algunos países hicieron una elección y quizás esta nos permita esperar que podamos avanzar en una mejor dirección”, añadió en conferencia.
Ambos bloques habían decidido en junio intercambiar las ofertas arancelarias en el tercer trimestre de este año. Una declaración del gobierno electo de Argentina bastaría para destrabar las negociaciones, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de España, José García-Margallo durante una visita a Asunción, teniendo en cuenta que Argentina ha sido el gran obstáculo en el seno del Mercosur.
Las expectativas de que la era Macri permita contribuir a revitalizar al estancado Mercosur, al eliminar el principal escollo en la región, lamentablemente no despeja del todo las aguas ante la postura todavía irreductible de Francia.
Por lo que se mantiene un margen de incertidumbre respecto a la posibilidad cercana de concretar por fin el acuerdo entre ambos bloques, mientras en el resto del mundo se sigue adelante con estos acuerdos, que nos afectan en la oportunidad de ingresar con tasas preferenciales en mercados que cada vez se presentan más complicados para los que quedan fuera de estos tratados.