Paysandú, Martes 01 de Diciembre de 2015
Opinion | 26 Nov La perspectiva de que a partir de la gestión del presidente electo Mauricio Macri la Argentina sincere su economía, y vaya gradualmente desmantelando su esquema proteccionista retrógrado y de encierro ante el mundo, abre una expectativa menos pesimista en cuanto al rumbo que pueda tener el Mercosur, actualmente estancado, embretado y también encerrado en sus socios, sin siquiera haber firmado un solo acuerdo con otro bloque.
El nuevo mandatario asumirá el 10 de diciembre, y naturalmente, lo que pueda ocurrir en la vecina orilla no será cosa de un día, pero ha bastado que ganara la elección para que se perfile un reordenamiento en la región, tanto desde el punto de vista geopolítico como en el posible protagonismo del bloque en el mundo comercial.
Debe tenerse presente que mientras en otras regiones se avanza hacia la firma de acuerdos que faciliten el intercambio comercial, con preferencias arancelarias mutuas, el Mercosur desde hace casi veinte años está negociando con la Unión Europea un tratado de libre comercio que aún sigue durmiendo el sueño de los justos.
Y si otros avanzan, no es menos cierto que seguir estancados es retroceder, y resignar la posibilidad de mejorar la calidad de vida de la población y las perspectivas de los países de la región, los que a la vez están ya afectados por un parate de la economía.
En este sentido debe evaluarse que el canciller brasileño, Mauro Vieira, admitió el martes que el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) “puede perjudicar” a su país, sobre todo en el área agrícola, y sostuvo que el mundo en desarrollo debe insistir en la conclusión de la Ronda de Doha en el marco de la OMC.
“El desvío de comercio” que causará el TPP no tendrá un impacto “muy grande” en los sectores industriales de Brasil, pero sí podría causar “perjuicios en el área agrícola”, según reconoció el ministro ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.
El TPP fue acordado por Estados Unidos, Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, países que representan casi el 40% del Producto Bruto Interno (PBI) mundial y, según Vieira, puede impactar en forma negativa en el comercio de muchos de los países en desarrollo.
En opinión del canciller, los países más pobres deben insistir en la conclusión de la Ronda de Doha y apostar al multilateralismo que representa la Organización Mundial de Comercio (OMC), que el mes próximo discutirá el futuro de esas negociaciones en una conferencia ministerial que se celebrará en Nairobi.
“Brasil mantiene su apuesta en el multilateralismo y la OMC” y cree “que en Nairobi puede haber un acuerdo al menos sobre subsidios agrícolas”, que los países menos desarrollados exigen que acaben o al menos disminuyan en las naciones más ricas, dijo el canciller.
Mientras tanto, en su primera conferencia de prensa como presidente electo, Mauricio Macri se refirió a la región y al Mercosur, adelantando por ejemplo entre otros aspectos que pedirá la aplicación a Venezuela de la cláusula democrática del Mercosur y hará su primera visita como mandatario a Brasil, al que calificó de futuro socio principal.
Se estima que la reunión con Dilma Rousseff no será meramente protocolar, sino que apunta directamente a encontrar mecanismos para reposicionar al Mercosur como bloque para negociar en el ámbito del comercio internacional a la luz del retroceso de la libertad de comercio, que ahora se ha replegado al formato de tratados regionales, con perfil de uniones aduaneras.
Durante varios años el Mercosur ha languidecido y casi extinguido como instrumento de intercambio regional e integración, y peor aún, ha funcionado como un club de presidentes amigos, afines ideológicamente.
Pues bien, Macri ha señalado, entre otros conceptos, que apelará a que se aplique a Venezuela la cláusula democrática del Mercosur, por cuanto considera que no se está respetando la institucionalidad y se encarcela a opositores en el país caribeño, pero ya por ejemplo el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa ha manifestado que no corresponde aplicar la cláusula en este caso, postura en la que seguramente han primado intereses comerciales vigentes entre Montevideo y Caracas.
Y en el ámbito comercial, sin dudas los dos grandes socios del Mercosur han practicado durante años una bilateralidad que ha dejado de lado a los socios menores, apelando al tómenlo o déjenlo, en base al tamaño de sus economías, pero mientras Argentina se encerró para poder mantener el esquema de subsidios y el cepo cambiario, los empresarios de Brasil durante años han potenciado su proteccionismo a expensas de sus socios, para cerrarse en sus monopolios regionales basados en su industria, contribuyendo a una distorsión en el relacionamiento interno del bloque, pero con culpas compartidas, porque también empresarios uruguayos han tenido a Brasil casi como exclusivo destino de varios de sus productos en base a la cercanía del mercado, con escasa disposición para la diversificación.
Todo indica que Macri procurará cambiar prioridades de su país y el bloque, porque debe buscar el crecimiento y alejar el riesgo que crea el TPP, que amenaza con desplazar a países sudamericanos del mercado de carnes, oleaginosas y cereales.
Para tener una oportunidad de éxito en insertarse mundialmente, los socios del Mercosur deberán negociar primero entre ellos y luego con el mundo, con una amplitud como la que tuvieron los firmantes del acuerdo del Pacífico, pero se requiere una corriente regional de cambio que ponga en movimiento las capacidades frustradas por condicionamientos políticos e ideológicos, porque el mundo no espera a quienes van a contramano y se encierran, y el advenimiento de Macri puede ser el empujón que se estaba necesitando.
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