Paysandú, Jueves 03 de Diciembre de 2015
Locales | 02 Dic STANLEY, 1. (Por Enrique Julio Sánchez) Shame Mapulanga y Givemore Katuna integran el Team 3 que desactiva minas dejadas por las fuerzas argentinas, que usaron minas antipersonales y antivehículos de fabricación española, italiana y propia, aunque en menor número.
Los dos, como otra docena, provienen de Zimbawe y han pasado por Afganistán, Irak y otros países donde la guerra ha dejado el terrible legado de campos minados. Aquí en Falkland Islands se estima que hay unas 25.000 minas, aunque el número no puede estimarse con certeza, como lo subraya Guy Marot, director del Programa de Desactivación de Minas de las Falkland Islands.
Inicialmente se pensaba que los argentinos habían minado en 147 locaciones diferentes, pero luego se determinó que el número total era 117. “Pudimos determinar la ubicación de los campos y la forma en que habían sido colocadas las minas gracias a la documentación que nos fue entregada por las fuerzas militares argentinas”,dijo Marot. “Con bastante precisión se documentó la ubicación de las minas porque ellos querían quedarse acá y por tanto tenían planeado desactivar los campos de minas en forma posterior al conflicto”, agregó.
De todas formas, “en algunas partes nos resultó imposible encontrar la documentación, por lo que debimos utilizar métodos de investigación diversa y, en otros casos, nos encontramos con inconsistencias, como maneras de proceder en la colocación de las minas que aún hoy seguimos sin entender”, agregó.
Del total de minas colocadas, 20.000 son antipersonales, redondas de unos diez centímetros de diámetro y las restantes 5.000 antitanque, también redondas, de unos 25 centímetros de diámetro. “El uso de minas en una guerra tiene buena eficiencia”, indicó el experto en desactivación. “Su principal función no es matar, sino herir y detener al enemigo. Durante la guerra con Argentina hubo varios ejemplos en que fuerzas británicas debieron detener su avance por horas. En un caso, en que un soldado pisó una mina y perdió un pie, un total de 150 hombres estuvieron involucrados en su evacuación del campo. Ese es el principal propósito de las minas, detener al enemigo; el tiempo en una guerra es crucial”.
Una mina antipersonal tiene una carga explosiva de 100 gramos y una antitanque, 6 kilos. Se colocan en un “surco” de 25 centímetros de ancho por diez metros de largo. En el caso de las fuerzas argentinas, usaron una cuerda con anillos de hierro numerados y anudados. Así determinaban la distancia para colocar las minas y podía anotarse su ubicación. Se colocaron en filas paralelas a diferentes distancias, hasta 37 filas, lo que hace imposible cruzar un campo minado sin resultar herido.
En ocasiones se encontraron dos minas antitanque encimadas y, sobre ellas, una mina antipersonal. El obvio propósito era matar a quien la pisara, tanto a un soldado como a los pasajeros de un vehículo. “Eso que se ve en las películas que si no se levanta el pie de una mina, no explota, es totalmente falso, solamente algo del cine”, aclaró Marot.
Las tareas de remoción de minas comenzaron una vez terminada la guerra, con 70 voluntarios argentinos, pero estos retornaron pronto a su país, temerosos de represalias de sus propios compatriotas. Se hizo algún otro intento, pero tras una muerte y un par de heridos, se resolvió esperar algunos años, a que la tecnología mejorara y diera otras garantías a los “d-miners”, como se los llama en inglés.
Acompañados por Guy Marot, los periodistas uruguayos pudimos ingresar al Campo 110, apenas en las afueras de Stanley, donde en pocas horas más se terminará la tarea, iniciada el 11 de noviembre pasado. Con una extensión total de 13.171 metros cuadrados, se encontraron 89 minas y otros 4 proyectiles de otro tipo. De todas formas, la zona de trabajo solamente pudo observarse a unos 150 metros de distancia, por razones de seguridad.
En total, 70 personas participan de las tareas de desactivación de minas en el programa liderado por Marot. No solamente “d-miners”, sino personal médico, conductores de vehículos y más. De los 117 campos se han limpiado 82, por lo que restan otros 35. “Tenemos personal de Zimbawe porque son muy confiables, saben hacer el trabajo y lo hacen a conciencia. No importa el estado del tiempo, siguen adelante y logran grandes resultados con mucha seguridad”.
El trabajo realizado ha permitido encontrar una mina cada nueve millas cuadradas revisadas. Se considera a nivel internacional excelente. Como ejemplo, Guy Marot dijo que en Sudán del Sur se encontró una mina cada 90.000 millas cuadras revisadas.
De todas maneras, indicó que el número real total nunca se conocerá, porque debe considerarse que algunas pudieron ser activadas por ovejas y otras incendiadas por la combustión de la turba, ese carbón tan común en las islas.
Asimismo, quedarán preguntas sin respuestas. ¿Por qué se encontraron campos en los que algunas minas estaban activadas y otras no?, ¿por qué había caminos entre las líneas de minas en algunos lugares? Y otras interrogantes. No obstante, el verdadero objetivo es limpiar el terreno cuanto antes, aunque eso implique algunos años más de esfuerzos. Como Shame Mapulanga dijo: “es nuestra profesión y para llevarle dinero a nuestras familias; pero en realidad, en el fondo, hacemos este trabajo porque sabemos que si limpiamos un campo, permitiremos que cuatro o cinco familias puedan establecerse aquí. Y eso es lo que importa. Devolver la tierra a la gente”.
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