Paysandú, Lunes 07 de Diciembre de 2015
Opinion | 06 Dic El presidente del Codicen, Wilson Netto, dijo a fines de setiembre que “miles” de estudiantes se desvincularon del sistema educativo a raíz de los paros. “He mencionado miles y doy cuenta de que son miles, desde julio en adelante, tratando de disociar aquello que pasa habitualmente en el sistema, de elementos que provocan una profundización”, añadió.
Pero lo cierto es que en Secundaria no existen –o al menos no se otorgan-- las cifras que fehacientemente comprueben una alta desvinculación de adolescentes y jóvenes como consecuencia de los paros docentes ocurridos este año o su profundización por otros factores socioeducativos que hacen mella desde hace algunos años. Al menos, la directora Celsa Puente y el consejero Javier Landoni reconocieron las dificultades planteadas para obtener los datos finales.
En realidad, hay miles de desertores y más allá de la deslegitimación que quiso imponer Netto a las medidas sindicales que provocaron distintas reacciones en las comunidades, también es real la preocupación ante un problema que no se resolverá en pocos meses, a pesar de la subestimación ejercida desde los discursos políticos oficiales en relación con sus resultados académicos.
En medio de estas cuestiones, los equipos se preparan para cumplir con las metas establecidas en el discurso de asunción del presidente Tabaré Vázquez, que prometió la aprobación del 75% de los estudiantes, el 100% de cobertura en menores de 17 años y un “cambio de ADN” en la educación, sin mayores detalles para su aterrizaje en los múltiples territorios.
No obstante, los números disponibles correspondientes a 2014 indican que repitieron tres de cada diez liceales en un subsistema con alto ausentismo docente y cada vez menos horas de clases dictadas. Para eso, se han fijado algunas metas que se desarrollarán en 2016, con un descenso de las horas libres, la instrumentación de tutorías y la medición de conocimientos desde el inicio de las clases.
Resulta básica la argumentación que esgrime un aumento en las inscripciones en Ciclo Básico o Educación Técnico Profesional, una mayor accesibilidad a los cursos universitarios y que más de la mitad de los estudiantes de nivel terciario sean la primera generación de universitarios en su familia, en tanto la globalización conlleva la necesidad implícita de una mejor capacitación y desarrollo personal en un mundo cada vez más exigente.
No es el logro de un gobierno específico, sino de los trazos familiares que indicaron el camino, al tiempo que allí también se concentran las debilidades asociadas a los rendimientos y ausencias adolescentes. Por eso, no resultará sencilla una transformación de los resultados en el aula, cuando las causas están enquistadas en problemáticas más profundas.
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