Paysandú, Jueves 10 de Diciembre de 2015
Opinion | 09 Dic Paysandú “se está pareciendo rápidamente al centro del país”, sentenció el economista Pedro Barrenechea, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República, al exponer sobre la jornada de economía social, en el marco del acuerdo entre el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El profesional hizo alusión a una problemática sanducera que refleja una realidad que percibimos a diario, que se ha señalado desde hace años, desde la desaparición o la declinación de grandes industrias creadas en la década del 40, fuentes de trabajo para miles de familias, cuyo impacto redundaba en el resto de la comunidad.
Barrenechea evaluó que si bien el perfil del departamento presenta indicadores favorables, a la vez está perdiendo algunas ventajas históricas que tenía respecto al Interior del país. Señaló que “Paysandú tiene una población que no está envejecida, es relativamente joven para el resto del país y no tiene altos niveles de envejecimiento”, en tanto reflexionó que “tiene un cierto nivel interesante de educación terciaria”, característica que “facilita los procesos en Paysandú”.
Estos elementos permiten que haya un núcleo importante de personas que tengan “experiencia obrera”, de obedecer órdenes, “de que a las 8 de la mañana suena la campana y hay que entrar a trabajar. Eso, por ejemplo, en algunas partes del interior de Canelones es imposible pensarlo”, teniendo en cuenta que “la cultura del trabajo es totalmente distinta en su asociación con el territorio”, reflexionó.
Lo que señala el economista responde a un legado del pasado industrial de los sanduceros, una forma de trabajo que contrastó abiertamente con la realidad de otros departamentos que no tuvieron la explosión industrial de hace más de medio siglo. Debe tenerse presente que una industria de la magnitud que ha tenido Paysandú, como la cervecera, la textil, la del cuero, el azúcar, es mucho más que el complejo industrial; en su entorno se monta necesariamente una infraestructura de apoyo en transporte, talleres, servicios, fuentes de trabajo colaterales en logística, suministros, que conforman numerosos puestos laborales.
Como contrapartida, la gradual pérdida de fuentes de trabajo y declinación ha significado que buena parte de esa mano de obra con el tiempo fuera buscando su oportunidad laboral en emprendimientos menores o propios, con suerte diversa. Es notorio que un punto de inflexión en este escenario lo marcó la desaparición del cultivo de remolacha azucarera, cuando se desmontaron subsidios a la industria y el costo de la materia prima resultaba desmedido para la viabilidad del ingenio. Y, por supuesto, la reconversión a la refinadora de azúcar importado no es lo mismo que contar con todo el proceso de producción de la remolacha, que Paysandú nunca pudo absorber y compensar.
Este es solo un ejemplo de cómo han incidido estos factores en la realidad que hoy analiza Barrenechea, quien además la enmarca en una situación general del país, donde en los últimos años se han perdido miles de puestos de trabajo, y la competitividad y la viabilidad de los emprendimientos se han visto afectadas.
Según Barrenechea, por esta falta de oportunidades, el departamento se ve obligado a exportar gente capacitada, “esta cultura de trabajo es la que está exportando. Es requerida por los demás porque no la tienen y entonces eso hace que Paysandú ocupe, en términos de lo que es la tasa de empleo, el penúltimo lugar”, con un desempleo alto que “es llamativo”.
Pero además, sostiene que “Paysandú se está pareciendo rápidamente al centro del país” en términos de expectativas de desarrollo, a la vez de exponer que el departamento debe apostar a los “procesos de economía local, de desarrollo local, una de las salidas que le quedan”, porque “ya no es la gran industria sanducera que ocupaba miles y miles de empleos y era un sello del Interior del país”.
A estos elementos debemos agregar que desde el gobierno nacional tampoco se ha fomentado la cultura del trabajo, sino que se han instrumentado políticas que atienden situaciones complicadas desde el punto de vista social, centradas en el asistencialismo, sin hacer énfasis en la búsqueda del ingreso propio y de la sustentabilidad de las políticas.
Paysandú no escapa a este escenario, porque también ha perdido cultura de trabajo y fuentes laborales. Y si bien la búsqueda del desarrollo de las economías locales es una alternativa de recibo, se necesita más que eso para no seguir acotados a una mediocridad que no se compadece con el espíritu de Paysandú, de ir a más, a buscar valores diferenciales que permitan potenciar lo que tenemos, lo que hemos conservado y lo que podamos lograr, a cuenta de un mejor futuro.
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