Opinion | 14 Dic La fuerza política en el poder no ha logrado construir una masa crítica que aporte al proyecto del gobierno nacional de manera unificada y es así que surgen casi a diario escarceos de liderazgos y declaraciones más o menos escatológicas con pretensiones de explicar las consecuencias por las que atraviesa Ancap, un organismo de amplia visibilidad y polémicos resultados de gestión.
Que el senador del MPP José Mujica se dirija por carta al ministro de Economía y exvicepresidente, Danilo Astori, para reclamarle por una revisión de sus conceptos en tanto formó parte del Ejecutivo anterior, y que --a su vez-- el titular de la economía uruguaya, le responda que pese a las alertas los problemas no fueron corregidos, remarca que las profundas diferencias en el gobierno se saldan en los medios masivos de comunicación.
A esto se suma el convencimiento de la capitalización del ente, la remoción de algunas jerarquías y su posterior pase a la justicia que confió el senador Rafael Michelini, en una entrevista donde dejó entrever el pensamiento del Ejecutivo.
Su titular, que poco ha dicho, reconoce la politización interna de un asunto embarazoso de resultados inciertos en el escenario partidario. Por eso Vázquez, cada vez que puede, resalta su relacionamiento con el vicepresidente de la República y expresidente del organismo en cuestión, Raúl Sendic, y deriva su mirada en cuestiones menores, tales como el estilo de las reuniones que lleva adelante el senador nacionalista Jorge Larrañaga con otros referentes partidarios.
Mientras, no aparecen las explicaciones claras sobre lo ocurrido con la pérdida patrimonial y su endeudamiento a pesar de las ventas récord de combustible, junto a los anuncios de rescate o capitalización que --si no ocurren las remociones reclamadas-- finalizarán en casi las mismas manos responsables de esta situación.
En todo caso se vuelve necesaria la reflexión: ¿cuánta responsabilidad tuvieron antes y tienen ahora los cargos técnicos o de gerenciamiento con carrera funcional dentro del organismo, al momento de asesorar a un director o presidente que detenta su lugar desde un área exclusivamente política? ¿Y cuál es la responsabilidad que le cabe a la OPP, en los hechos un “ministerio de Economía” paralelo en manos del ala más izquierdista --y discrepante con el astorismo-- durante el gobierno de Mujica en cuya órbita se encuentra el control de los entes autónomos?
En realidad, estas cabezas comenzaron a asomar desde hace poco tiempo y allí se encuentra la raíz de los cuestionamientos que afloraron desde lo político partidario.
Sin dudas que la mirada debe ir bastante más adentro de lo que se ve ahora y terminar de una vez por todas con esta lucha por el protagonismo del “yo no fui”.