Nacionales | 14 Dic El Poder Ejecutivo estudió la postura que había tomado y resolvió que el femicidio no será un delito independiente, sino que será considerado agravante del homicidio.
En una primera instancia el presidente Tabaré Vázquez había encomendado al prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo, redactar un proyecto de ley en el que se tipificara el delito de femicidio en el Código Penal, con mayores penas para quienes maten a mujeres. Ahora, la iniciativa del gobierno se encaminará por la del agravante especial al ya tipificado delito de homicidio.
El cambio surgió luego de escuchar al presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Chediak, quien tras reunirse con grupos feministas se inclinó más porque el homicidio de una mujer por razón de género constituya un agravante, que pueda llevar la pena hasta los 30 años de penitenciaría, y no un delito independiente.
Penalistas consultados por El Observador coincidieron con la nueva postura del gobierno. El abogado Gustavo Bordes consideró que tipificar el femicidio como delito podría generar “inequidades y perplejidades” para el derecho, porque se estaría legislando “para un determinado grupo”.
Por su parte, el penalista Diego Durand afirmó que considerar al femicidio con independencia del delito de homicidio atacaría el principio de igualdad de las personas ante la ley, que establece la Constitución.

AUMENTAN TASAS DE SUICIDIO
Uruguay mantiene un porcentaje alto, aunque estabilizado, de suicidios. En los años de bonanza económica, si bien bajó la cantidad desde el pico que generó la crisis de 2002, no hubo una caída pronunciada.
Durante la mayor parte del siglo pasado, las tasas anuales de suicidio en el país se mantuvieron constantes, en alrededor de 10 por cada 100.000 habitantes. Se llegó a un máximo en 2002, en plena crisis económica, momento en que la relación fue de 21,43 por cada 100.000 habitantes, informó El Observador.
En la actualidad el número de suicidios está incluso un poco encima de la media internacional, que es de 11,4 por cada 100.000 personas y se ubica en 17,4 cada 100.000 habitantes, de acuerdo con datos preliminares de 2014. El año pasado hubo 541 suicidios y 262 homicidios. Se calcula que de cada 100 personas que se autoeliminan, 73 son varones y 27 mujeres. En 2011 en el Plan Nacional de Prevención del Suicidio estableció como meta la reducción en un 10% para el período 2011-2020. Hasta el momento, la meta parece lejana.
Por otra parte, la gran mayoría de los suicidios son cometidos por hombres, que superan en tres o cuatro veces los de mujeres.
Rafael Sibils, presidente de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, dijo que “la estructura psíquica y el equilibrio hormonal masculino hacen que los hombres sean más impulsivos y resolutivos en sus actos; menos reflexivos a veces, con mayor tendencia a la respuesta motora que a la expresión emocional”.
“También hay elementos culturales: se espera que el hombre no fracase y tenga cierto poder, y si esto no sucede aparecen con frecuencia la vergüenza, la frustración, la desvalorización y la ira que vuelca contra sí mismo. Los hombres utilizan en general métodos más violentos: ahorcamiento, armas de fuego, precipitación”, detalló Sibils.
Sin embargo, las mujeres intentan más veces la autoeliminación que los hombres.
“Muchos de los intentos de autoeliminación que realizan tienen un sentido más expresivo, emocional y centrado en la huida de la angustia y el dolor, que de autoagresión francamente destructiva. Por tanto suelen ser menos graves. Obviamente, esto no siempre es así, y jamás un intento de suicidio debe ser desestimado, siempre merecen ser evaluados con extrema seriedad y compromiso clínico, porque en general expresan que la persona no logra procesar ciertos fenómenos angustiantes de manera vital y constructiva, y para ello se puede brindar ayuda”, indicó Sibils.
En Uruguay, las causas de vulnerabilidad más importantes están identificadas: son las enfermedades mentales (en particular la depresión), las adicciones (sobre todo el alcoholismo) y las enfermedades crónicas, en particular aquellas que suponen dolor o restricciones físicas permanentes. Además de los mayores de 65 años, los jóvenes (de 15 a 29) aparecen como particularmente vulnerables, al igual que las personas en situación de pobreza, víctimas de violencia con falta de educación y oportunidades, los presos, las personas aisladas socialmente, viudas, separadas o divorciadas, quienes tienen altos niveles de estrés, han sufrido abusos o han intentado ya suicidarse.

EL 60% INSATISFECHO CON TARIFAS DE UTE
El 60% de clientes residenciales de UTE se encuentran “insatisfechos” o “muy insatisfechos” con el precio que deben pagar por la energía eléctrica en relación a la calidad del servicio.
En el caso de los no residenciales, ese porcentaje cae al 44%.
Las autoridades de UTE esperan que el precio que pagan los usuarios se reduzca a medida que las energías renovables ingresen en mayor volumen a la matriz energética.
El funcionamiento de la empresa registra niveles de satisfacción superior a 3, en una escala de va del 1 al 5.
Las interrupciones sorpresivas y los cortes programados son las principales causas de disconformidad, según los datos de la primera encuesta de satisfacción de los usuarios de la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea), que publicó El Observador.
La encuesta también detalló el grado de satisfacción respecto a los servicios de combustible, suministro de supergas y agua potable.
En cuanto a los combustibles, los niveles de insatisfacción son similares a los de la energía eléctrica.
El 60% de los usuarios está disconforme con las tarifas en relación a la calidad del producto o servicio.
En cuanto al supergas, casi el 20% de los clientes manifestó estar insatisfecho con el precio que paga teniendo en cuenta la calidad. Nueve de cada 10 usuarios se quejó, por ejemplo, por la falta de información sobre la existencia de días en los que el envío es gratuito.
Sobre el agua potable, el 30% de los clientes de OSE aseguró estar “insatisfecho” o “muy insatisfecho” con el servicio respecto al precio que paga.