Opinion | 23 Dic Lejos de recuperarse, las exportaciones uruguayas registradas durante este año han seguido cayendo, acentuando la tendencia de años anteriores, según expusieron directivos de la gremial que los nuclea, en un almuerzo de trabajo con ministros de gobierno.
La directiva de la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU) mantuvo un almuerzo de cierre de año con los ministros de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, e Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, para realizar un balance del 2015 y plantear los desafíos que enfrentará el sector en 2016.
Según indicó a El Observador el presidente de la gremial, Alvaro Queijo, “fue un año complicado, estamos previendo una caída del 15% de las exportaciones (medidas en dólares corrientes) para este año” y la gremial no espera que 2016 pueda mostrar un cambio de tendencia respecto a las divisas que obtiene el país por la colocación de sus bienes en el exterior.
Refiriéndose a Brasil y Argentina, Queijo evaluó que los vecinos están complicados; “estamos perdiendo competitividad por sus devaluaciones. Hay que ver cómo se trabaja para atacar ese problema”, y consideró que tanto Murro como Cosse “entendieron las dificultades” que atraviesa el sector por el incremento de sus costos internos respecto a sus competidores. “Los ajustes que están realizando Brasil y Argentina son importantes. Si Uruguay se queda aislado, puede ser peligroso”, alertó. Si bien no se abordaron específicamente los ajustes de tarifas para el próximo año, el empresario se mostró confiado en que Ancap pueda aplicar una rebaja de los combustibles en enero, considerando la fuerte caída del crudo.
Bueno, el eje del tema, más allá de la relación cambiaria que puede considerarse como una decisión administrativa del gobierno en la “flotación sucia” y que favorece las exportaciones --por lo menos hasta que se reajusten los valores internos a la nueva realidad-- es, sin duda, que Uruguay es un país caro, en insumos, en energía, en salarios, en carga tributaria, en el costo del Estado sobre los sectores reales de la economía, agravado ello por una escala de producción que no está a tono con los grandes abastecedores de los mercados mundiales y una infraestructura inadecuada.
Encima, la productividad es baja si la comparamos internacionalmente, mientras que en el Estado lisa y llanamente no existe. Al contrario, este aplica su ineficiencia incrementando la escalada de costos, contribuyendo al círculo perverso que nos deja fuera de competencia.
Quiere decir que son de recibo las inquietudes planteadas por los exportadores, solo que las respuestas de fondo no son sencillas, implican en gran medida reformas estructurales que no son cosa de un día y lo que puede esperarse es que se incorporen paliativos, en el mejor de los casos, para no seguir perdiendo rueda en la coyuntura.