Locales | 23 Dic Las poco transitadas calles de la zona portuaria, en una tarde lluviosa y con el agua del río barriendo avenida Brasil y sus paralelas hasta sus buenas cuatro o cinco cuadras "adentro" de la ciudad, tienen una imagen de impotencia para los cientos de damnificados por la creciente del paterno. Solo los gurises, o aquellos a los que se les permite aun, chapotean en la "orilla", rodeados de asfalto, cemento y casas.
En la plaza de la Unión Portuaria, cuatro familias fueron instaladas bajo sendas carpas del Ejército, colocadas el lunes, cuando también le llevaron baños químicos portátiles. Sin embargo, o la insistencia del agua de lluvia es mucha o bien ya se perdió parte de la impermeabilización de las grandes y verdes carpas, y tuvieron tantas filtraciones que los inundados por el río también se estaban mojando bajo el techo de lona. En la tardecita, ya casi todos habían conseguido algunas lonas o grandes superficies de nailon negro para cubrir las carpas, y evitar que se lluevan.
Para colmo de males, en uno de los casos el jefe del hogar, apoyado por otros cuatro vecinos, debieron trasladar su carpa desde el lugar original, que se había convertido en un pequeño bañado a causa del desnivel del terreno y la cantidad de lluvia que cayó ayer. "Nos vendrían bien colchones y ropa, porque la mayoría se nos mojó cuando entró agua por debajo y después cuando nos trasladamos acá", dijo el doblemente evacuado, mostrando la pequeña "laguna" en que se había transformado el espacio de terreno donde había sido montada la carpa que albergaba también a su señora y sus dos hijos. También sin luz, estaban junto a sus vecinos armando una especie de zona techada con una vieja piscina plástica en desuso para tener un lugar iluminado --pero sin mojarse-- donde pasar esas horas muertas esperando que el río les devuelva la posibilidad de volver a su casa. En otro de los casos, se veía a los gurises corretear bajo la lluvia junto a una improvisada cancha de fútbol con algunos adolescentes que iban y venían sin demasiado apuro, porque en realidad no iban a ningún lado.