Paysandú, Jueves 31 de Diciembre de 2015
Opinion | 29 Dic La asunción de la Administración del presidente Tabaré Vázquez ha coincidido con el cambio en proceso de las condiciones internacionales, con el cese del viento de cola del escenario internacional del que gozaron la primera administración Vázquez y luego la de José Mujica, con elevados precios de los commodities de exportación y bajas tasas de interés.
Pero sobre el fin del gobierno Mujica y el actual, hay otra realidad que es preciso atender y sobre todo adecuarse a las circunstancias, buscando alternativas, por cuanto los socios comerciales están en problemas, han bajado los valores de las materias primas y para peor, durante la década de oro, los sucesivos gobiernos atendieron urgencias pero gastaron recursos por encima de todo lo aconsejable, al punto que nos hemos quedado con un déficit fiscal que equivale nada menos que al 3,6 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI).
Pero es lo que hay, más allá de gestiones que evidentemente no han estado a tono con los desafíos, y corresponde al actual gobierno, con Vázquez y su canciller Rodolfo Nin Novoa, identificar alternativas posibles y caminos a seguir, con los correctivos del caso, para intentar revertir este proceso de deterioro y en la medida de lo posible retomar el camino alcista.
Por lo tanto es pertinente analizar hacia donde se encaminaría o se busca ubicar la nueva estrategia comercial del Uruguay, que es un aspecto que con toda razón inquieta y ocupa al gobierno.
Así, entre otros elementos, corresponde traer a colación que el canciller Nin Novoa dijo que en dos años va a ser difícil vender y que la solución demorará más tiempo.
En este contexto Vázquez y Nin pusieron sobre la mesa un menú de posibles acuerdos bilaterales y multilaterales y dejaron en claro que una de las prioridades de corto plazo será mejorar la inserción internacional, en tanto el gobierno está “preocupado” porque considera que en dos años el futuro de Uruguay tendrá complicaciones importantes para exportar.
“Es complicada la situación. No en el cortísimo plazo, pero en dos años cuando estén funcionando todos los acuerdos va a ser difícil; por el TTP, por el Transatlántico, por muchas cosas más”, dijo a El País Nin Novoa, quien sin embargo aclaró que la estrategia no está en hacer todo al mismo tiempo, sino que “vamos a priorizar primero a la Unión Europea, después la Alianza del Pacífico y después veremos”.
Ambas negociaciones contarían con apoyo de las dos corrientes dentro del gobierno --astorismo y mujiquismo-- ya que serían encaradas a nivel del Mercosur, que es considerado el pilar fundamental de la política comercial, aunque todo rumbo que se tome no llevaría menos de dos o tres años para alcanzar los acuerdos, y precisamente el factor tiempo es el que más preocupa.
El punto es que durante varios años, primero con el excanciller Reinaldo Gargano y luego durante gran parte de la gestión de Luis Almagro, Uruguay vivió la fantasía de la apuesta centrada en el Mercosur, por motivaciones ideologías en gran medida, cuando este bloque, atado a mil y un prejuicios no llegó a consagrar ningún acuerdo entre bloques, y durante veinte años ha estado negociando uno con la UE, el que podría o no fructificar en el corto plazo, porque subsisten muchas dudas.
Pero mientras tanto, los competidores han jugado su partido, y la primera amenaza que ve el gobierno es el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). Estos países no han dejado que se les pierda ningún tren y el TPP ya está acordado (firmado por Nueva Zelanda, Singapur, Brunei, Australia, Chile, Canadá, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Perú y Vietnam), y comenzará a regir en los próximos años.
Según ha planteado Nin Novoa, el problema es que China, Estados Unidos, México, Canadá y Perú se encuentran entre los 15 principales destinos de los productos uruguayos. “En 2020 nosotros nos vamos a encontrar con que a Estados Unidos no le vamos a entrar ni bajo el protocolo Never Ever 3 (que es para carne vacuna procedente de predios certificados avalado por el Departamento de Agricultura de ese país), ni con la deshuesada ni el ovino compartimentado”, había expresado el canciller.
Ello se debe a que Estados Unidos dará ventajas para el ingreso de competidores directos del país como Australia y Nueva Zelanda (que ya disponen de cuotas superiores a la uruguaya) como consecuencia del acuerdo. Uruguay dispone hoy de una cuota para ingresar a Estados Unidos de 20.000 toneladas de carne vacuna pagando un arancel del 26,4% por tonelada y el doble cuando el volumen supera el cupo.
Este año fue el segundo destino de la carne uruguaya (después de China) con U$S 281 millones (17% del total vendido). Asimismo, “si Japón habilita nuestras carnes vamos a pagar 39% de arancel, mientras que Australia y Nueva Zelanda van a entrar con 7%”, planteó Nin Novoa.
Por otro lado otro partido se juega con la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI), que es un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos que todavía se encuentra en negociación, pero que apunta a liberalizar un tercio del comercio global.
Como contrapartida el Mercosur tiene un cero absoluto en acuerdos con bloques, y en el horizonte cercano está jugado en un todo al acuerdo con la UE, sobre todo a partir del cambio de gobierno en Argentina y el cambio de postura de Brasil, más allá de la crisis.
Es poco, por ahora, sobre todo en el plazo que se necesita, pero es una rama para tratar de prenderse en aguas turbulentas, y acordar con la Unión Europea es por lo tanto la apuesta número uno, con la alternativa de la Alianza del Pacífico y negociar en bloque.
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