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Paysandú, Domingo 03 de Enero de 2016

Con efecto hipnótico

Opinion | 27 Dic “José Mujica no es Tabaré Vázquez”, dijo un día el expresidente Luis Alberto Lacalle en medio de la campaña electoral del año 2009, en un intento de remarcar las diferencias entre uno y otro líder que con el paso de los años quedaron de manifiesto, incluso hacia la interna partidaria.
El comportamiento anárquico del exguerrillero contrastó, si se lo compara con el primer mandato de Vázquez y persiste en este segundo período, con algunas diferencias insoslayables. Antes de la primera presidencia frenteamplista, Mujica lideraba un conglomerado político con fuerte protagonismo en la historia reciente, al tiempo que actualmente --a todo aquello-- deberá sumarse la convocatoria a las masas que lo quieran escuchar, en un raid mediático internacional que le encanta y potencia.
En esta geografía política ingresaron otros actores con mayor o menor incidencia en los resultados posteriores, pero lo cierto es que durante el período de Mujica la conducción de las políticas económica y social se diversificaron en variadas figuras y se manejaron bajo diversos esquemas, que rara vez no se discutían en los medios de comunicación. Esa impronta se legó hasta el presente período y se observa con mayor preponderancia en las investigaciones que una comisión parlamentaria lleva adelante en Ancap. Los discursos cruzados entre altos personajes exponen las heridas aún no cicatrizadas y aparecen a pocos meses del tercer gobierno frenteamplista, cuando en realidad la maquinaria debería estar más aceitada.
Las diferencias entre Mujica y Vázquez aparecieron poco después del 1º de marzo, a raíz de los anuncios efectuados por integrantes del equipo de gobierno y la política exterior ha sido uno de esos grandes asuntos por resolver.
El canciller Rodolfo Nin Novoa dijo que el comercio de Uruguay no debe moverse por presuntas identidades ideológicas y que la política no debe estar por encima del Derecho. Incluso el vicepresidente Raúl Sendic señaló que no hay evidencias que sostengan lo que dice Nicolás Maduro acerca de una injerencia estadounidense en la crisis que atraviesa su país... hasta que se vino la investigación en el ente petrolero y dinamitó el relacionamiento entre sectores enteros que extendieron aún más la brecha ya existente.
La fuerte competencia por el liderazgo de la izquierda y la lucha de poder, tanto dentro del gobierno como hacia la interna de la fuerza política es tan potente que resulta hipnótica y no se miden las consecuencias ni de las palabras o acciones que se vierten hacia afuera.
No obstante, después de un tiempo de distancias tanto el senador del MPP como el presidente de la República, comprendieron que lo más sensato era acercar posiciones y abordar un apoyo mutuo para afrontar los desafíos que presentará el 2016.
Es que, ya finalizada la discusión política del presupuesto, ha llegado el momento de gobernar y más allá del efecto hipnótico que ejerce el poder, se encuentra el interés colectivo y la obligación de resolver las demandas de un país.


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