Paysandú, Jueves 07 de Enero de 2016

Como en la Guerra Fría

Opinion | 07 Ene Entre los grandes cambios registrados en el mundo en las últimas décadas, seguramente uno de los más contundentes y revulsivos ha sido el del fin de la Guerra Fría, que marcó a fuego a la humanidad sobre todo en la década de 1960. El mundo estuvo al borde la guerra nuclear, es decir del fin del mundo en un desenlace apocalíptico, teniendo en cuenta el poder destructivo y contaminante del arsenal que tenían las dos grandes potencias y sus aliados.
En aquel entonces estalló la denominada crisis de los misiles, por cuanto la exUnión Soviética había montado en Cuba, a través de su aliado Fidel Castro, misiles dotados de ojivas nucleares apuntando a puntos estratégicos de Estados Unidos, desde escasos kilómetros de sus costas, convirtiendo al gobierno satélite comunista caribeño en una bomba de tiempo de alto poder intimidatorio.
Fue entonces que a través de aviones espías el gobierno del John Fitzgerald Kennedy confirmó la amenaza y estableció el bloqueo marítimo a Cuba, haciendo volver a su destino a la flota soviética y obligando al desmantelamiento de los misiles, no sin antes dejar al mundo sumido en hondo dramatismo ante la imprevisibilidad de los acontecimientos, en la eventualidad de una crisis nuclear.
Bueno, el resto de la historia ya es más cercano y tuvo su punto culminante sobre fines de los 80, cuando se derrumbaron los regímenes comunistas vecinos y la propia URSS, por su inviabilidad, y con ello el fin de la Guerra Fría concebida como tal, con el mundo dividido en dos grandes bloques ideológicos.
A esta altura las cartas están más entreveradas, porque quedan Rusia y los otros países que integraban la exUnión Soviética, todos ellos con el comunismo desterrado como alternativa por sus propios ciudadanos, y con situaciones disímiles en cuanto a nivel socio-económico y desarrollo.
Sin Guerra Fría, los paradigmas han quedado sin referencias en el exmundo del socialismo real, pero igualmente han quedado rezagos de países que siguieron abrazados a la utopía, como es el caso de la misteriosa China, cuyo régimen se ha ido adaptando a las circunstancias, ha tenido pragmatismo y se ha aferrado a una economía de cuño capitalista con un barniz socialista o socializante, de dudosa confiabilidad, al punto que ni siquiera los comunistas de la vieja guardia lo tienen como referente.
Solitariamente han quedado Cuba, que procura una apertura todavía incipiente, y que se va reconvirtiendo de a poco tras décadas de régimen marxista unipartidista, que ha traído y administrado pobreza generalizada. Y por otro lado ha subsistido Corea del Norte como último abanderado del marxismo, aunque con la paradoja de que tampoco es tenido como referencia por los adherentes de esta corriente de pensamiento en ninguna parte del mundo.
Y no es porque sí, porque por regla general se trata de guardar distancia con la dictadura marxista del país asiático, que se reconoce además como abiertamente militarista en su intento de mantener como sea el poder por su dictador. Y es precisamente por capricho de este sanguinario dictador que Corea del Norte ha continuado desarrollando su armamento nuclear con carácter no solo disuasorio, sino lamentablemente como una amenaza real para el mundo y sobre todo para sus vecinos. Precisamente en el más reciente episodio de esta escalada militarista, Estados Unidos y Japón han solicitado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para imponer más sanciones a Corea del Norte tras la prueba este miércoles de una bomba nuclear que, según dice la propaganda norcoreana, es de fusión de hidrógeno, lo que ha suscitado la alarma mundial y que hasta desconocía China, principal aliado del régimen del dictador Kim Jong-un. En esa reunión, Japón pedirá “una nueva resolución” para sancionar al régimen de Pyongyang, según fuentes diplomáticas citadas por la agencia Kyodo.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) dijo que si se confirma que se ha realizado la prueba, supondría una clara violación de las resoluciones de la ONU. Mientras que Estados Unidos adelantó que en ese caso responderá "apropiadamente", sin adelantar eventuales opciones. "Continuaremos protegiendo y defendiendo a nuestros aliados en la región, incluida la República de Corea (Corea del Sur), y responderemos apropiadamente a todas y cada una de las provocaciones de Corea del Norte", dijo el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby.
El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, condenó "enérgicamente" el nuevo ensayo nuclear norcoreano, y aseguró que su país dará una “firme respuesta” ante lo que considera una “grave amenaza” para su seguridad que no va a “tolerar de ninguna manera”. Abe habló a los medios media hora después de que el régimen de Pyongyang anunciara por su televisión estatal haber realizado su primera prueba con una bomba nuclear de hidrógeno.
China a su vez rechazó con firmeza el ensayo atómico norcoreano, y pidió al régimen de Pyongyang que mantenga su compromiso con la desnuclearización de la península coreana. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Hua Chunying, anunció que Pekín llamará a consultas a un representante norcoreano, sin detallar si sería el embajador. Asimismo leyó una declaración en la que, además de expresar la repulsa de su gobierno, aseguró que "China no sabía nada" con antelación al ensayo.
El tono de esta declaración es el más duro mostrado en mucho tiempo por China hacia Corea del Norte, que tiene en Pekín a su principal apoyo político y económico, pero que debido a las continuas extralimitaciones de Kim Jong-un, la relación bilateral está muy lejos de pasar por su mejor momento.
Y es precisamente por el desquicio demostrado por el joven dictador, que nadie puede sentirse tranquilo con la bomba de hidrógeno en manos de Corea del Norte; mucho menos los que están cerca. Es que la bomba de hidrógeno es hasta mil veces más potente que la bomba de “atómica” convencional, y por lo tanto el poder destructivo es mucho mayor. Es por eso que muchos científicos descreen que realmente Corea del Norte haya probado una bomba de este tipo, porque de haber sido así los sismógrafos de la región tendrían que haber registrado una explosión mucho mayor, casi como un gran terremoto.
De todas formas, no es bueno que resurja una Guerra Fría post Unión Soviética. Y menos con un tirano como Kim Jong-un del otro lado del muro.


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